De la misma forma que una ola de entusiasmo presagia la decepción profunda, crece en el fondo abisal de la Colombia profunda una reacción a la historia de los Betancourt. No me sorprende que ella anuncie y reclame un tiempo en la sombra mediática. Tanto sol abrasa. Leo en la prensa de Bogotá algunos artículos que supuran malestar. ‘Usted se ha beneficiado de ser una media europea. Otros colombianos, menos internacionales, no han tenido la misma suerte y quizá tampoco el mismo trato'. Es el problema de las personassímbolo. Son exhibidos con tanto afán que a la postre todos quieren tener el mismo trato. Y lo merecen. Se ha tratado la liberación de Betancourt como si las FARC hubieran desaparecido. Y no es el caso.
En su poder siguen decenas de colombianos, que aspiran a ser Ingrid. Betancourt saldrá pronto de la escena, para regresar cuando toque, cuando la historia de su liberación deje de levantar ese resentiento que se adivina, sordo, de fondo.
ALFREDO URDACI PERIODISTA










