‘El orden es la precondición para la libertad' dijo Confucio. Casi tres mil años más tarde, el pueblo chino ha dado una extraordinaria lección de g al combinar las más antiguas tradiciones de la sabiduría y el pensamiento con las más modernas tecnologías en el ‘Mayor Espectáculo del Mundo' jamás visto.
La ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos 2008 en Pekín ha dejado muda a media humanidad. Antes de encender la antorcha, los chinos ya se han llevado la Medalla de Oro en paso marcial y espectáculo de masas que recuerda demasiado a otros regímenes totalitarios.
Los chinos han demostrado una genialidad que pone los pelos de punta al dominar como nadie la Tecnocracia del Totalitarismo. Cuatro mil millones de almas han contemplado en directo el paso de quince mil atletas, los mejores del mundo, provenientes de doscientos cuatro países (más de los que conforman las Naciones Unidas) y la presionante organización del Gigante Asiático. Mil trescientos millones de chinos aparecen ante el mundo más contentos que nunca que llevan ocho años ensayando una forma de sonrisa que consiste en enseñar los ocho dientes ante cualquier cámara occidental. Y sobre todo durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos 2008.
Si pretendían dar un Show de poder, lo han conseguido de pleno. La ceremonia, que comenzó a las dos de la tarde, hora española, y concluyó con un legendario atleta volador, Li Ning, cuatro horas más tarde, encendiendo el pebetero, ha sido el mejor y más eficaz ‘lavado de cara' de una potencia que, aunque en pleno siglo XXI no respeta los Derechos Humanos, ha conseguido que príncipes y mandatarios de las grandes democracias ocupen un lugar privilegiado en el Estadio Nido, donde casi cien mil personas exaltaban el espíritu olímpico, todo lo contrario a lo que representa la política del país asiático.
Mientras TVE y las principales televisiones europeas han retransmitido rendidas y conmocionadas el espectáculo en directo, en los Estados Unidos, donde no olvidemos, siempre el Dinero es el Rey, han preferido dar en diferido la Ceremonia de Apertura, no sólo que miran con recelo el incontenible poderío del país asiático, que cada vez quiere hablar más de tú al mundo, sino que sigue siendo la gran amenaza a sus intereses geoestratégicos y económicos.
Así, mientras Bush, con una mano abraza a la China comunista y ocupa un lugar de honor en el estadio, con la otra reclama tímidamente respeto los derechos humanos. Y cuando los mejores atletas rusos estaban desfilando orgullosos en Pekín, más de mil quinientos civiles eran bombardeados y asesinados en Georgia, aprovechando justamente que los ojos de la comunidad internacional estaban fijos en el Gran Espectáculo, con mayúsculas.
En los próxos quince días, nos queda ver si los chinos son tan buenos en el dete como lo son en la Tecnocracia Totalitaria a la hora de organizar el Mejor Espectáculo de Pirotecnia y Orden Confuciano jamás visto.
En definitiva, tras cinco mil años de historia, Confucio ha vencido a Mao.
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA 'GENTE EN MADRID'