En la Tierra a domingo, diciembre 21, 2025

El miedo a ir al dentista tiene las horas contadas

Una de cada 10 personas tiene pánico a ir al dentista. En concreto, entre un 8 y un 15% de la población admite abiertamente que padece dentofobia, que es como han denominado los expertos al miedo a acudir al dentista. Pero la cosa no acaba ahí ya que, si bien el centaje de la población no es elevado ni alarmante, aunque no seamos ‘dentofóbicos' a la mayoría de los mortales la visita al dentista nos produce casi siempre algún tipo de malestar, ansiedad o miedo antes y/o durante un tratamiento. Para desterrar todos estos temores, la Fundación Dental Española (FDE) junto con Colgate dedicará la próxa edición de su ‘Mes de la Salud Bucodental' a combatir la dentofobia.

 

Y es que, según los datos que arrojan algunos estudios, los miedos más frecuentes de las personas dentofóbicas están asociados al hecho de ver la jeringa, al pinchazo de la anestesia y a escuchar el sonido del torno o a la visión de éste. Asismo, cuando hablamos de intervenciones, las más temidas son las extracciones de piezas dentales y las endodoncias.

A lo anterior hay que añadir que el nivel de miedo aumenta a medida que se aproxa el tratamiento propiamente dicho. Es ello que puede apreciarse como éste va creciendo progresivamente desde que el paciente llega a la clínica, pasa a la sala de espera, se sienta en el gabinete y comienza el tratamiento. Es entonces cuando empiezan a brotar los síntomas más comunes como el temblor y sudor en las manos, aceleración cardiaca, sudores repentinos, dolor de estómago, dificultad de respiración y pensamiento de cómo poder evitar la próxa cita. Incluso en muchos casos, el miedo llega a pedir que la persona concilie el sueño la noche anterior, encontrándose además cansado, de mal humor y queriendo anular la cita acordada.

Especialmente preocupantes son los casos de dentofobia que aparecen en la infancia. ‘Las preras experiencias dentales se producen en el seno de la vida familiar. Ningún niño pide a sus padres que le lleven al dentista, de la misma manera que tampoco les pide que le vacunen o le hagan revisiones pediátricas. Son los progenitores, con sus actitudes preventivas y sus hábitos de salud, los que establecerán la prera relación niñodentista, pudiendo ser ellos inconscientemente los que hagan nacer en el niño los preros síntomas del miedo al dentista, ejemplo cuando dicen aquello de si te tas mal te harán más daño', explican algunos odontólogos.

Por eso, es esencial que los padres transmitan a sus hijos una visión positiva del dentista presentándole como el profesional que les ayuda a mantener su boca sana, a salvo de las caries y con una magnífica sonrisa en lugar de como ese señor de bata blanca que no les deja comer chuches y les obliga a cepillarse los dientes. Esa es la opinión de la Fundación Dental Española y la que pretenden que cale entre los progenitores.

En resumen, salta a la vista que la mejor arma es la prevención ya que las malas experiencias de la infancia pueden provocar que la visita al dentista se convierta en una verdadera tortura de vida.

Para desterrar estos miedos aconsejan los expertos es tante hablar con el dentista sobre estos temores ya que así puede ayudar al paciente a combatirlos y de la misma manera los dentistas saben que la dentofobia hay que tomarla en serio'.

Pero el especialista sólo puede ayudar al paciente si éste se sincera con él, aclarándole lo que le produce miedo o ansiedad. Para ello, lo prero que debe hacer es concertar una cita con un dentista de confianza, buscando la forma ideal para desarrollar el tratamiento al ritmo más adecuado para cada paciente ya que sólo de esta forma podrá beneficiarse de técnicas de relajación y anestesia local, no sintiendo prácticamente nada.

Algunas técnicas adecuadas para prevenir el miedo al dentista desde la infancia pueden consistir en crear un ambiente controlado y seguro para los niños, que no resulte hostil, con muebles afables y juguetes la sala de espera apropiados para su edad y tener un personal en la clínica que esté bien acostumbrado al trato con pequeños. Asismo, también es conveniente que el niño visite el consultorio varias veces hasta que se familiarice con él y resulta además positivo permitir al niño habituarse con los instrumentos dentales que se van a utilizar, para que vea cómo son y para qué sirven. Igualmente, tampoco se descartan el uso de técnicas preparatorias, de relajación, musicoterapia, etc. antes de realizar los tratamientos invasivos e incluso la sedación o, en dentistas preparados, las técnicas de hipnosis, pueden resultar muy eficaces en algunas situaciones complejas.

Si todo esto no surte efecto, entonces sería necesario que el paciente visitara a un psicólogo especializado en el tratamiento de las fobias. En cualquier caso, la inmensa mayoría de las veces no es necesario llegar hasta este punto y splemente bastaría con relajarse a base de respirar profundamente varias veces y lo más tante: autoconvencerse de que lo que le van a practicar en el consultorio no conlleva ningún peligro.

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