Los huracanes y las inundaciones tienen efectos devastadores y muestran la cara más alarmante del cambio clático. Es un tema que, en su densión humana y económica preocupa a la Organización de Naciones Unidas (ONU), pero también al sector asegurador. Munich Re ha destacado que en la prera parte del año las pérdidas generadas las catástrofes naturales rondaron los 50.000 millones de dólares, unos 34.000 millones de euros. Pero, al parecer, la industria aseguradora ha enfrentado con buen pie los efectos de ‘Gustav'.
Efectivamente, además de destacar el fuerte pacto humano que han tenido los huracanes que estas fechas empiezan a azotar la zona del Caribe, el jefe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Arch Steiner, también ha destacado la ‘escalada en los precios el daño provocado los desastres naturales'. Y es que los efectos de los embates cláticos en las economías también preocupan a la ONU.
Pero el sector asegurador, uno de los más vulnerables, también ha tomado cartas en el asunto con la organización de foros y congresos, algunos de carácter global, para intercambiar experiencias y alternativas para enfrentar este desafío.
Parece que esta ‘reflexión' al interior del sector ha dado sus resultados, pues ‘Gustav', que ha sido la últa y más dura catástrofe del últo año, caracterizado una elevada y anormal frecuencia de este tipo de acontecientos, ha tenido un efecto litado en las aseguradoras.
Según Standard & Poor's, los informes prelinares sobre los daños causados a su paso el sur de Estados Unidos calculan que las pérdidas de bienes asegurados oscilarán entre los 3.000 y 6.000 millones de dólares en tierra y entre 1.000 y 4.000 millones en propiedades marinas.
Con estos datos en la mano, la compañía descartó que el temido ‘Gustav' pueda tener un efecto significativo en las cuentas de la industria aseguradora en su conjunto. Un escenario que podría cambiar si el pacto económico se multiplica con los daños que generen las tormentas tropicales en desarrollo, que azotarían más fuertemente a las compañías prarias y menos a las reaseguradoras, ya que las preras retienen más el riesgo sobre las propiedades.
Con el paso del tiempo podremos saber si se trata de un caso puntual o si realmente el sector asegurador se ha preparado, después de las traumáticas experiencias de Katrina y Wilma, para enfrentar estos fenómenos con buen pie.
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