La enfermedad coronaria es la afección cardiovascular más frecuente en la actualidad y durante los próxos 20 años seguirá siendo la prera causa de muerte, según datos y valoraciones de la Organización Mundial de la Salud. Sin embargo, estudiosos y médicos no se cansan de investigar para intentar mejorar la calidad de vida de los Pacientes y reducir el número de fallecidos. El últo proyecto, llamado 'Beautiful', pone de relieve que la frecuencia cardiaca es un factor clave para conocer la gravedad del enfermo.
En el informe, morBiditymortality EvAlUaTion of the IF inhibitor ivabradine in patients with CAD and left ventricULar dysfunction (BEAUTIFUL), presentado durante la celebración del Congreso Europeo de cardiología que se celebra en Munich (Alemania) se demuestra que los pacientes coronarios con disfunción ventricular izquierda y una frecuencia cardiaca superior o igual a 70 latidos minuto (lpm) tienen un riesgo significativamente mayor de mortalidad cardiovascular y otras afecciones cardiovasculares.
En este sentido, el doctor José Luís LópezSendon Hentschel, jefe del Área de Cardiología del Hospital madrileño de La Paz, ha apuntado que el prer mensaje de este estudio incide en la tancia de medir la frecuencia del pulso para distinguir dos tipos de enfermos: los que tienen enca de 70 lpm, un 53 ciento de los que padecen esta enfermedad, y los que se sitúan debajo de esta franja. Ambos se enfrentan a un pronóstico muy diferente.
Asismo, el doctor Luís Rodríguez radial, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Virgen de la Salud de Toledo ha añadido que cuando se diagnostica una frecuencia elevada es necesario reducirla aunque ‘tampoco demasiado'.
El estudio también ha servido para probar que el medicamento Procoralan (ivabradina) es el prer tratamiento que ha demostrado disminuir el infarto de miocardio, unos 7 lpm, y la revascularización en los pacientes coronarios estables al reducir el número de latidos minuto sin tener ninguna otra acción sobre el resto de vasos.
Los médicos han señalado que este medicamento debe utilizarse como tratamiento complementario con la terapia recomendada generalmente para estos pacientes. Ésta consiste en agentes antiplaquetarios, utilizado en un 94 ciento de los casos; IECA's, en un 91 ciento; betabloqueantes en un 87 ciento y agentes hipolipermiantes en un 76 ciento.
Procoralam, aprobado en España desde principios de 2007, ha reducido entre los enfermos que se sometieron al estudio, desarrollado en 33 países y en el que han participado 781 centros, 56 de ellos españoles, la necesidad de ingreso hospitalario infarto de miocardio en un 36 ciento mientras que el riesgo de revascularización coronario disminuyó un 30 ciento frente a los que se medicaron con placebo.
Sin embargo, el doctor Macaya también destacó que los pacientes que han participado en este estudio estaban muy bien tratados, algo que no sucede con todos los pacientes de enfermedades coronarias. Al mismo tepo, señaló que personas que aparentemente se encuentran sanas, pueden sufrir un número de latidos superior a lo que debería. De este modo, reforzó el mensaje dirigido a los médicos de que midan los latidos de sus pacientes, especialmente a los pacientes en riesgo, algo a lo que 'no se le habia dado mucha tancia hasta ahora'.
Por otro lado, aunque en la población global el tratamiento con ivabridina no consiguió una reducción significativa en la mortalidad cardiovascular y en el ingreso hospitalario debido a infarto de miocardio e insuficiencia cardiaca, sí que se consiguió, en los pacientes con una frecuencia cardiaca superior a 70 lpm, un descenso del ingreso hospitalario infarto de miocardio en un 36 ciento y el riesgo de revascularización coronaria en un 30 ciento.
Por otro lado, los médicos coincidieron en señalar que la Salud es un aspecto que depende de todos los ciudadanos, no sólo de los médicos, ya que es la población la que debe cambiar los malos hábitos que le conduce a un aumento de distintas enfermedades como las cardiovasculares. De hecho, Rodríguez apunta que el 46 ciento de los fumadores no abandona el tabaco tras un infarto.
De izquierda a derecha los doctores López SendónHentschel; Macaya Miguel y Rodríguez Padial |