Ahora que la vida se ha puesto cara, el gobierno nos abarata la muerte. En plena crisis, tantas veces negada, y con el gobierno caído de brazos sin hacer nada para evitarla o para paliarla, el ejecutivo se ha puesto manos a la obra para parir una nueva ley del aborto. Se lo han encomendado no al ministerio de Bernat Soria (Sanidad) sino al de Aído (el de Igualdad), para que no haya diferencias. La nación española, que no existe para la enseñanza en español, para la libertad, y para algunos otros derechos, va a existir para el aborto.
España va a ser ese territorio en el que será igual de fácil abortar en Galicia que en Navarra. Para conseguirlo, Aído no repara en gastos: propone un registro de objetores, para que se lo piensen antes de negarse a practicar abortos. La máquina de fabricar mentiras se pone de nuevo en marcha: al aborto le llaman derecho, como si fuera igual que votar. El aborto es UNA EXCEPCIÓN AL DERECHO A LA VIDA, una excepción que según la ley sólo se puede atender en algunos supuestos, supuestos que han sido un coladero, y que han convertido esa legislación en un chicle que se estira a placer, según demanda del cliente.
El aborto, la memoria histórica, y los nuevos pasos para conversar y negociar con eta, como denuncia Mayor Oreja, cuestionan el estilo y la forma de nueva oposición. El Psoe ha conseguido desactivar a Rajoy al hacerle creer que con un rostro moderado, condescendiente con los nacionalismos, iba a cosechar más votos. La realidad es que los socialistas han acelerado su "cambio radical", mientras la oposición se laba las uñas. El siguiente debate será la eutanasia, y este le tocará a Soria, salvo que Zapatero quiera seguir con la consigna de construir la nación con el criterio de la muerte fácil.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA