Hay un chascarrillo que dice: ‘Cuando la crisis entra la puerta…el amor se escapa la ventana'. Así tenemos en este momento el panorama económico español. La riqueza artificial de los últos quince años se acaba de convertir en un sueño del pasado. El milagro español se ha manifestado como lo que fue, un milagro. Sin otros méritos que la propia inercia del creciento europeo y el margen del Banco Central Europeo para bajar los tipos de interés hasta récords históricos.
La economía, ciertamente, es una ciencia de emociones y confianzas. Si nos creemos ricos, gastamos más y, con ello, hacemos avanzar la economía neoliberal y global de nuestro época. La dura realidad se pone galopantemente: 2,5 millones de parados actuales, la media de 50.000 parados mensuales más, llevan la Tasa de Paro al once ciento, frente al ocho de media europea. ¿Alarmante? Sí. Cada puesto de trabajo es un drama para una familia. ¿Relativo? Sí, también.
En 2000, la tasa de desempleo español era del 14 ciento. En aquel momento se hablaba del milagro español y situación de riqueza. Con esto, venos a decir lo que casi todos los ciudadanos saben. El discurso político lo puede todo, lo justifica todo o lo critica todo.
En este periódico, que como todos saben, es gratuito y les llevamos a sus casas, vamos al grano, lejos de los discursos macroeconómicos y especializados a los que son muy aficionados los economistas y los políticos. A los preros, les pagan para eso. A los políticos, no. No les pagamos con nuestros puestos para que hagan discursos ganadores. Les depositamos nuestros fondos para que los administren solidaria y eficazmente. Resumen del discurso de Zapatero esta semana en el Congreso: ‘Hay crisis grave. La asumo. Pero garantizo que las pensiones y las prestaciones desempleo serán pagadas a todos. Paliaremos la caída de empleo el hundiento inmobiliario con la inversión pública y un paquete de incentivos para las pymes'.
El hecho diferencial de la crisis española estriba, fundamentalmente, en que desde el 2000 se construyen más casas (hasta 700/800.000 cada año) de las que el mercado absorbe. Pero este año se ha producido el parón. Unido a la subida de tipos, del 2,5 de media hasta el 5,3 actual, al incremento del petróleo y su posterior caída, y al incremento mundial del precio de los alentos, nos ha hecho pasar de un creciento exagerado del 3,5 ciento hasta el 1,4. Confianza es la receta; y fórmulas aginativas de los que han perdido el trabajo para buscar nuevas otunidades. El Estado no es la panacea, dicen los ultraliberales. El Estado está para garantizar políticas sociales e incentivar la productividad. Esta misma semana, en la FEMP, los municipios de España también han exigido lo suyo. Tienen razón.
CONCHA MINGUELA, DIRECTORA 'GENTE EN MADRID'










