Me dedica un 'suelto' Peñafiel. Todo vale si sirve para meterse con la Princesa. Alaba el regreso de Rodicio y una entrevista con Rania de Jordania que publica en Vanity Fair. Y asegura que fue crucificada este que firma un error que la chica cometió. ¡Ay Peñafiel! ¿Le llamas error a tirar de fondos públicos para rodearse el cuello con sedas de lujo y la muñeca con relojes de Bulgari? ¿Te parece un error falsificar facturas para intentar colar como gastos profesionales lo que tan sólo eran caprichos de niña rica? Te has vuelto indulgente con el lujo. Pero tan sólo con tu colega, destituida con justicia su escasa austeridad en el gasto. Porque dos o tres párrafos más adelante arremetes contra Rania ser frívola, y su inclinación al lujo, mientras los jordanos pasan un Ramadán más pobre que el anterior. ¿No has pensado que quizá lo que las ha unido en la vida es su amor desmesurado llevar enca un tesoro millonario en forma de ropas, joyas, y complementos únicos? En el caso de Rania está más que justificado. Y además a la señora le luce. En el caso de Rodicio, puede hacer con su dinero lo que le dé la gana, pero no puede pagarse los caprichos con dinero público. ¡Eso está muy mal! También es verdad, y no lo dices, Peña, que luego salió un sindicato, si, si, CCOO, a defenderla, y a decir que esas prácticas son corrientes y cotidianas en todas las corresponsalías. ¡Si vieras el escándalo que se organizó! Los comunistas hacían partícipes a todos los corresponsales, a todos, de ese dispendio. Todos unos manirrotos. La chica tuvo que devolver lo que había gastado para que Cafarell, la prevaricadora, la admitiera de nuevo entre su plantilla. Si devolvió es que previamente se había llevado. A estas alturas este asunto me deja frío. Se actuó en justicia y yo al menos volvería a hacer lo mismo. Me hace gracia, una gracia muy serena, que ahora vuelvas a retomar el asunto para tus pequeñas venganzas. No creo en el psicoanálisis, pero quizá te vendría bien un rato de diván, para explicarle a alguien con título de doctor lo mal que llevas no haber sido la novia de una boda que te perdiste. Pero no te quejes mucho. Aquella quiebra financiera que sufriste aquellos días, ya está solventada. Y todo gracias a la historia de estos últos años. Sigue en paz y con salud.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA