MÉXICO 13/10/08
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Los periodistas Miguel Ángel Villagómez Valle, director del diario La Noticia, de Lázaro Cárdenas, (Michoacán) y David García Monroy, colaborador de La Jornada y de El Diario de Chihuahua, fueron asesinados a balazos desconocidos en hechos aislados en los estados de Guerrero y Chihuahua. México continúa así agregando víctas a la lista de crímenes contra comunicadores.
Miguel Ángel Villagómez ha sido asesinado desconocidos que lo secuestraron el pasado jueves en la ciudad de Lázaro Cárdenas. Según fuentes policiales, recogidas la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP), Villagómez fue visto últa vez en la noche del jueves, cuando salió de las oficinas del periódico para dejar a su familia en la población de Guacamayas.
Tras ser obligado a salir de su vivienda, su cadáver apareció el vies en una carretera en el vecino estado de Guerrero, a unos diez kilómetros de Lázaro Cárdenas, con tres pactos de bala, uno en la cabeza y dos en el abdomen, y signos de haber sido golpeado.
Pese a que el periodista nunca había dicho que le hubieran amenazado, su periódico trata habitualmente sucesos relacionados con la corrupción, el cren organizado y el narcotráfico.
Por su parte, el periodista David García Monroy fue asesinado la noche del jueves, cuando varios hombres armados entraron en un bar de la ciudad de Chihuahua y dispararon de manera indiscrinada contra los clientes, causando la muerte a 11 de ellos, incluido el periodista, y heridas a, lo menos, otras siete personas.
Según las preras investigaciones, los pistoleros, un grupo de sicarios del cren organizado, persiguieron a varios hombres hasta el bar, motivo el que dispararon de manera indiscrinada contra los presentes.
En los últos seis meses, cinco periodistas han perdido la vida en México, a lo que se suman las continuas agresiones e intidaciones contra comunicadores y medios. El narcotráfico y el cren organizado se encuentran detrás de la mayor parte de estos delitos.
Pese a las denuncias emitidas desde varias ONG y colectivos de periodistas, la punidad de la que gozan este tipo de crímenes en el país es una realidad y una de las principales amenazas contra la libertad de expresión.