Hay ruido de cristales rotos en la Navarra Foral. Sanz, hombre pragmático, jugador de mus experentado, ha echado un órdago al PP de Madrid. Y todo indica que, de momento ha ganado. Rajoy, al que le dan mucha pereza los puñetazos en la mesa y las reuniones tormentosas, amenaza con soltar el cabo que le une con la Unión del Pueblo Navarro. La actitud de UPN le ha puesto en el brete de tener que elegir entre el honor o la humillación. No es fácil, agino. Pienso que si hubiera abordado este asunto con más tiempo y calma, si le hubiera dedicado un poco más de su energía, las cosas se habrían resuelto sin tener que llegar a un punto de no retorno.
Rajoy no puede hacer con Sanz la misma escena que inauguró con Aguirre y Gallardón. Sobre todo que Sanz tiene razón en el fondo de sus planteamientos: Navarra es demasiado tante como para llevar la inestabilidad política a la Comunidad Foral unos votos en el presupuesto, que son unas cuentas en las que las aspiraciones de los navarros están bastante bien satisfechas. Navarra es tan tante que hasta allá se fue la dirección del PP cuando el gobierno Zapatero la puso en riesgo sus negociaciones con la eta. Sanz ha tejido desde las últas elecciones una red que sostiene al PSN para evitar que se desfonde, para pedir que caiga en las manos de los nacionalistas. El voto en presupuestos forma parte de ese plan, que ha dado buenos resultados. Rajoy está obligado a entenderlo, y a la vez a evitar la ruptura de la derecha navarra. Eso sería malo para Navarra y también para el PP.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA