Jornada de togas caídas. Dicen que no es un paro encubierto, pero cubren a la justicia con el manto negro de los días en que se echa el cierre discrepancias con el gobierno. Todos a una. No recuerdo precedente de unanidad entre los magistrados. No creo que sea cuestión corativa, pero la coincidencia del caso Mari Luz, y el infortunio indolente del juez Tirado puede hacer parecer las cosas como reacción de protección. Y ya se sabe que las cosas son lo que parecen, que cuando se descubre lo que de verdad son, ya es demasiado tarde. Los jueces tienen razón, pero han elegido un mal momento. Si se trataba de protestar contra las injerencias del poder político han tenido muchas otras otunidades, y han callado. Ahora hablan. Los juzgados están abandonados, desatendidos, mientras Bermejo y Zapatero se hacen fotos con Juan José Cortés, el padre de la niña. Y los jueces a pringar. Han dicho hasta aquí, y el derecho les asiste. Sólo faltaría que ellos que son los que lo administran no lo tuvieran. Salvo Garzón, el inquisidor.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA
