Se ponen en huelga. No lo llaman así que las huelgas son cosa del ‘servicio'. La aristocracia hace paros encubiertos, ocio voluntario, indolencia, pereza, como la de nuestro anarquista candidato, el del ‘coñazo'. Todo es una lata, un fastidio, menos merendar con un director de periódico, o leer la prensa detiva que dirige el recadero de piscinas.
Los jueces. Son pocos, tienen pocos medios, y un secretariado ineficiente. El gobierno se lava las manos y les lanza la fronda de la opinión pública. Les ha dejado vendidos. Pero ahora llega la venganza. ¿Quién dijo que la justicia no era vengativa? Ya lo creo. Se enterará el gobierno y sus apoyos. Ahora les van a devolver a la masa pública alterada los retrasos y las sentencias incomprensibles. Son ya tantas. Así que otra de jueces, marchando, hasta el deterioro final. ¿Injerencias? Llevan aguantando siglos de injerencias como para que ahora les incomode un centímetro más adentro.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA