La temprana presentación de resultados de la pasada semana no fue el revulsivo esperado el equipo de Juan Luis Cebrián para mejorar la cotización de la compañía en Bolsa. Esta semana ha caído casi un 9% acumulado y esta mañana se encuentra al borde de los tres euros, una nuevo record en el parable desplome de la compañía. Parece que ya nada sirve, ni siquiera que la empresa mejorase en un 41% sus beneficios en los preros nueve meses del año. La deuda del grupo y las incertidumbres del mercado han sido más fuertes.
En Prisa ya no saben qué hacer. Estos últos meses han jugado todas sus cartas, pero no han logrado su principal objetivo: recuperar la confianza de los inversores. En un año ha perdido más de un 70% de su valor, desde 14 euros hasta los 3,02 que cotizaba a prera hora de esta mañana. Lo han intentado todo, tanto comercial como financieramente. En el verano compraron los derechos del Mundial de Futbol de Suráfrica y han puesto en marcha agresivas campañas de captación de abonados para Digital Plus.
En términos financieros han dicho que renegociarán la deuda y han anunciado una serie de estrategias para rebajarla ‘con todos los instrumentos que entregue el mercado'. Lo últo ha sido presentar unos resultados que reflejaban un creciento del 41% en sus beneficios y de un 14% en sus ingresos. Datos que en otras circunstancias hubiesen disparado el valor en Bolsa. Después del anuncio la acción apenas crecía un 2,5% el vies y un 1,8% el lunes, para después caer un 5% el miércoles y un 3,7% el jueves.
¿Y ahora qué? Lo único que podría mejorar su actual situación es un anuncio respecto de la reducción real de su deuda de 5.000 millones, algo que no se sabrá hasta bien entrado diciembre. La otra posibilidad es la venta fulminante de Digital Plus, para la que se tendrá una lista corta a mediados de noviembre, según ha señalado el propio Cebrián en una reciente comparecencia ante inversionistas. No obstante, en este caso, los 4.000 millones que pide Prisa se antojan exagerados para la actual situación económica. ¿Una venta política? Parece que eso es lo que se espera en las oficinas de Gran Vía.
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