El modelo farmacéutico español es accesible, cercano y de calidad. Esto es posible gracias a una ordenación farmacéutica planificada que permite que el 99 ciento de la población tenga siempre una farmacia cerca. Pero no sólo eso sino que de las 20.941 oficinas de farmacia existentes en nuestro país, 2019 están ubicadas en poblaciones de menos de 1.000 habitantes e incluso hay 1.056 boticas en poblaciones que no superan los 500 habitantes.
Las excelencias del servicio farmacéutico español son percibidas, además, el ciudadano y muestra de ello es que el sector de oficinas de farmacia es uno de los que menor número de reclamaciones parte de los usuarios acumula (sólo un 0'2% del total). En definitiva, los españoles tenemos un modelo de farmacia que demuestra cada día que funciona perfectamente. Entonces, ¿ qué cambiarlo?
La respuesta parece estar en Bruselas donde las Autoridades de Mercado Interior de la Comisión Europea han puesto en tela de juicio las bondades de nuestro sistema alegando que el mismo restringe las reglas del libre mercado. Pero… ¿acaso es el medicamento una mercancía? Evidentemente la respuesta es no. El medicamento es un bien sanitario que va destinado al paciente y su custodia y dispensación corresponde exclusivamente el farmacéutico.
Por tanto queda claro que no se puede concebir como un producto de consumo destinado al consumidor habitual y la idea de ver a cualquier persona detrás de un mostrador dispensándote tal o cual remedio para esta u otra dolencia como el pescadero que despacha pescado, poner un ejemplo, es, splemente, descabellada.
Y es que con la salud no se juega y no se debe permitir que desde Europa ‘toquen' el modelo farmacéutico español ya que éste forma parte del Sistema Nacional de Salud y si tocas una parte del conjunto se pueden resentir las demás. Por eso hay que defender nuestro modelo sanitario (y ende el farmacéutico) no ya para el colectivo de los boticarios sino para poder seguir garantizando al ciudadano el buen servicio que cada día realizan estos profesionales y que lejos de pensar que consiste meramente en la dispensación abarca muchos otros servicios de valor añadido como la atención farmacéutica o las campañas sanitarias, citar sólo algunos.
El problema hoy es que en Europa se han empeñado en dar respuestas homogéneas a realidades totalmente heterogéneas. Por eso, en materia sanitaria, las competencias para legislar deben pertenecer a los Estados. Pero además de lo anterior, los ‘europolíticos' deberían escuchar más a los representantes españoles cuando dicen que el modelo farmacéutico español es ‘un modelo para itar y no para cambiar'.
Deben hacerlo que tienen razón.
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