Mayúsculo, un lío mayúsculo. Como para no entender nada. Cierro el libro de Pilar Urbano y tengo en frente un retrato vivo de la Reina Sofía. La Casa no desmiente, sólo dice que exagera, que no ha matizado, que movido el agua a su molino. Más que molino, lo de Pilar sería una trituradora. Hay otras voces, otros ámbitos, encargados de la carga de caballería contra la Urbano. Acusan al lobby del Opus Dei, como si eso existiera. Dicen otras autoras que se ha inventado la conversación. Pues habrá que darle un premio a la aginación a Pilar. Lo dice Carmen Enríquez, que ha hecho un libro más bien plúmbeo, con muchos datos, pero casi todos intrascendentes, irrelevantes. La reina de Pilar es de ca y hueso, de sentido común, de corazón, y hasta le señala que ha tenido avisos en el motor cardíaco, que le llevaron a dejar el esquí. Las reinonas han reaccionado airadas. Acusan a la Urbano de mentir. Yo la creo. Como no es posible un careo entre la Reina y la autora, toda versión parece válida. En esta caza al mensajero para proteger a Su Majestad han participado también algunos periodistas. Me parece lamentable. Perro come perro, frío y caliente. El libro es extraordinario, y está muy bien escrito aunque tenga ahí dos fallos de ortografía y un detalle de cronología descabalgada que conviene corregir. Urbano me reconoció que al final todo fueron prisas. Los únicos que parecían tranquilos eran los edecanes: ‘adelante, a toda máquina', le dijeron a la Urbano. Y la bronca avanzó desde el horizonte con su estruendo de camisas rotas y homosexuales alterados.
ALFREDO URDACI, PERIODISTA