Millones de personas en el mundo no pueden acceder a unas gafas graduadas. Además de la lente, se necesitan médicos y en muchos casos se debe cambiar la graduación cada cierto tiempo. Para solucionar este problema, un profesor ya jubilado de la Universidad de Oxford, Josh Silver, ha inventado unas gafas que cada persona puede ajustar según sus necesidades.
Las llamadas ‘gafas de los pobres' se ajustan a cada persona según sus necesidades. La novedad de las lentes consiste, según publica EFE, en su formato, ya que incoran dos tubos circulares llenos de fluido. Cada uno de ellos está conectado a una pequeña jeringa fijada a una patilla.
La persona que necesita corregir su visión ajusta el dial de la jeringa para agregar o disminuir la cantidad de líquido en la membrana, modificando así la potencia de la lente. Una vez que la persona se siente cómoda con la potencia de la lente, sólo tiene que cerrar la membrana con un tornillo para que no escape líquido, y retirar las jeringas.
Por el momento, ya se han distribuido 30.000 pares de gafas en 15 países, aunque el objetivo de Silver es que el próxo año quiere probarlas a gran escala en la India, donde su equipo pretende distribuir hasta un millón.
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ara el proyecto indio, el inventor ha unido sus fuerzas con Mehmood Khan, un empresario cuya familia gestiona un programa humanitario en 500 aldeas en el Estado norteño de Haryana. Según Khan, ‘un millón de pares de gafas al año no es prácticamente nada. Cada uno de los distritos en que trabajamos tiene medio millón de personas' que necesitarían gafas.
Además, el empresario quiere convencer a los gobiernos y a las Naciones Unidas de la tancia de financiar ese proyecto, que tiene otras ventajas, ya que muchas personas podrían salir de la pobreza si no tuviesen problemas de vista al poder trabajar, y de este modo se independizarían económicamente convirtiéndose en clientes potenciales.
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omo todo nuevo invento, Silver se enfrenta a algunos problemas que espera ir resolviendo. En prer lugar, el modelo es muy pesado, pero ya se están trabajando para conseguir otros más ligeros. A esto se le une los elevados costes de producción, aunque, a propuesta del experto, la Universidad de Oxford ha aceptado albergar un llamado Centro para la Visión en el Mundo en Desarrollo, que empezará a trabajar próxamente en un proyecto financiado el Banco Mundial con científicos de EEUU, China, Hong Kong y Suráfrica.










