Casadomo, tal especializado en el hogar digital, ha reorientado sus contenidos hacia edificios terciarios. Stefan Junestrand, arquitecto responsable del tal, me cuenta que el nuevo diseño no es debido a la crisis de la vivienda. Es que los dueños de edificios de oficinas, grandes instalaciones y pymes son los únicos interesados en trasladar a sus negocios los ahorros energéticos de un edificio inteligente. Y eso a pesar de los problemas de suministro energético.
No solo programar la clatización y la luz zonas y de forma horaria provoca ahorros. El control de todos los servicios de una vivienda evitaría accidentes, como los del gas que dramáticamente se asoman al televisor. Además, la seguridad, la domótica y la integración de todas las instalaciones de un edificio y de una vivienda facilitaría la vida del colectivo de la tercera edad y de los discapacitados. "Hay tecnología y servicios pero el hogar digital pero no crece la insuficiencia de normativa para preparar la infraestructura de las viviendas y exigir controles de consumo. Solo el 8,5% de las nuevas viviendas son inteligentes", explica Junestrand.
Entiendo que los constructores apliquen la normativa justa, los famosos ICT,s publicados hace unos diez años, para llevar las redes de telecomunicaciones a los edificios. Pero no entiendo que ningún gobierno de ningún país les obligue a realizar instalaciones domóticas, de seguridad y de comunicaciones. O que no se instrumenten ayudas para mejorar las viviendas antiguas. ¿Quizás que es más inmediato hablar de los ahorros de las bombillas? También es más electoralista hablar de la Ley de Dependencia antes de unas elecciones, que se lita a dar dinero en vez de poner los medios para que los dependientes lo sean menos.
Llevo casi 20 años escribiendo sobre novedades para el hogar digital, y viendo sus ventajas en la feria de la tecnología SIMO. Y mientras no se obligue a los constructores con una normativa adecuada, seguirá siendo una cosa de las películas futuristas.
SUSANA BLÁZQUEZ
PERIODISTA
