En la Tierra a sábado, enero 25, 2025

GUINEA Y LA AMENAZA EXTERIOR

El pasado 17 de febrero un grupo de piratas intentó tomar de madrugada el Palacio presidencial de Malabo. Después de un intenso tiroteo el asalto fue abortado. Algunos lamentaron el ataque: "refuerza a Obiang". Otros rescataron las herramientas contra el gobierno ecuatoguineano. Hablaron de golpe de estado, de inestabilidad. Nadie, al menos en voz alta, condenó la agresión. No quiero ni pensar que algo silar hubiera ocurrido en Cuba. Piratas caribeños asaltan la isla. Y habríamos asistido a una retahíla de condenas justas y otunas. Ninguna en el caso de Guinea, país que tiene muchos más avales democráticos que el régen de Fidel.

En Guinea la oposición se sienta en el Parlamento, y los opositores hacen campaña en la calle, mientras en Cuba purgan su disidencia en prisión. De nuevo las dos varas de medir. Enviamos a nuestro Rey a dar abrazos a Gadafi y evitamos el pronunciamiento contra una agresión exterior en Guinea. ¿Por qué? Me sorprendió en los días siguientes la actitud de algunos periodistas, y su desconociento de lo que ocurre en Guinea.

Tienen una agen que no se corresponde con la actualidad del país. Más bien es una agen congelada desde hace veinte años. Guinea es hoy un país en pleno despegue económico, con un creciento económico de dos dígitos, y un plan para convertirse en dos décadas en el Kuwait de África. Sus reservas monetarias y sus yacientos de petróleo y gas le permiten mirar el futuro con ambición. Quieren ser un país de referencia, un país de servicios. De ahí la construcción de un gran puerto en Malabo, cuyo prer muelle fue inaugurado a mitades de enero. Si las cosas se hacen bien Guinea será pronto uno de los centros comerciales y financieros del continente. Y en este proceso España está ausente. Grave error. Guinea es un país que tiene claras sus señas de identidad hispanas, que quiere sentarse en las Cumbres Iberoamericanas, y tiene derecho a hacerlo, y que quiere seguir siendo un trozo de Hispanidad en África. Y España hasta ahora le ha dado la espalda.

Las crónicas leídas estos días sobre el asalto, todas escritas en Madrid, ninguna en Malabo, no alertan de que ese proceso se puede ver frustrado la amenaza exterior. La riqueza del país y su apuesta el desarrollo ha atraído a cientos de miles de inmigrantes. También a los piratas del Delta del Níger que con el pretexto del medio ambiente y del reparto de la riqueza siembran el terror en la zona. De pretextos terroristas los españoles sabemos mucho como para que hagamos caso de los que manejan las bandas africanas. Nuestra opinión publicada no ha captado esas amenazas. Insiste en juzgar a Guinea Ecuatorial con la óptica europea, como si tuviera que cumplir los mismos estándares democráticos que los países occidentales. Son los guineanos los dueños del futuro de su país. Tienen un país en paz, con una situación muy diferente a la que sacude a algunos de sus vecinos. Y eso en África ya es mucho.  Su gobierno ha decidido emprender un proceso de reformas sociales que creará una clase media en el país. Serán el resultado de la prosperidad. España no puede estar alejada de ese cambio, que ignorarlo es dejarlo en manos ajenas, o más grave aún, abandonarlo a las fuerzas de las maldiciones africanas, las de la inestabilidad, la piratería, el pillaje y el cren. Piensen si ese ataque que sucedió en Malabo hubiera ocurrido en Cádiz. Hace un par de siglos era una amenaza cotidiana. Hoy, fortuna está lejos de nosotros. No les juzguemos con el viejo paternalismo colonial con el que miramos las cosas que ocurren en Guinea.

ALFREDO URDACI
Dircom del Grupo FRANCISCO HERNANDO

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