En la Tierra a sábado, diciembre 20, 2025

La presión arterial debe abordarse con terapia combinada

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Controlar la presión arterial y conseguir que se sitúe debajo de los 140/90 miligramos de mercurio resulta fundamental para controlar la hipertensión y mejorar así la enfermedad cardiovascular. La forma más efectiva de conseguirlo es a través de la combinación de fármacos, según han coincidido en señalar algunos de los ponentes que participaron en las V Jornadas Cardiovasculares Esteve.

El nivel de presión arterial es clave para diagnosticar no sólo problemas cardiovasculares, sino también en otros órganos como el cerebro o los riñones, según afirmó el miembro del servicio de farmacología del Hospital Europeo George Pompidou de Paris, Stéphane Laurent, durante su intervención titulada ‘Rigidez arterial y presión central: ¿cuál es su significado y relevancia? ¿Cómo medirlas? ¿Cómo modificarlas?'.

Para este experto, la presión arterial de la aorta afecta al resto de los órganos diana, que son tanto el corazón, pudiendo provocar un infarto de miocardio, como el cerebro y los riñones. De este modo, cuanto mayor es la presión arterial y lo tanto la rigidez e inflamación de la arteria, causada el tabaquismo, la obesidad o la menopausia, menores son las probabilidades de supervivencia.

En este sentido, afirmó que al aumentar la rigidez arterial se incrementa la presión y lo tanto hay más peligro de padecer hipertrofia. Este experto recordó que las pautas que deben seguir los médicos para comprobar el estado del paciente es mediante la medición de la presión ventricular izquierda y la filtración, práctica que secundan el 80 ciento de los profesionales. Sin embargo, advirtió que sólo un pequeño centaje mide la velocidad de onda de pulso, un elemento muy tante para realizar un correcto diagnóstico.

El miembro del Hospedale San Genaro di Monza, de la Universidad de MilanoBicocca en Milán (Italia), Giuseppe Mancia, coincidió con su compañero francés y reafirmó la idea de que cuando la presión arterial es más alta, las probabilidades de padecer problemas isquémicos son mayores.  Por este motivo, apuntó que el descenso de la presión arterial es ‘muy beneficioso para el paciente hipertenso', sin tar la forma en la que se haga.

Mancia afirmó que lo recomendable es que los pacientes de alto riesgo se encuentren debajo de los 130/90 miligramos de mercurio, ya que unos niveles inferiores pueden ocasionar problemas, mientras que para el resto el objetivo es conseguir 140/90. Para conseguir esta proción, defendió las revisiones periódicas, que además de mejorar la calidad de vida del paciente, reducirían el centaje de mortalidad ya que, ejemplo, ha quedado demostrada la relación entre el aumento de presión matutina y la muerte súbita.

Así, defendió la medición de la presión arterial no únicamente en las consultas, sino también en la vida diaria, unido a los fármacos utilizados para la hipertensión. En este sentido, recordó a los médicos presentes que el mejor tratamiento farmacológico es el que incluye dos medicamentos desde el principio, con la posibilidad de aumentarlo en el futuro, para evitar la progresión de la enfermedad.

Esta afirmación chocó con la practica actual, donde dos tercios de los profesionales sanitarios recetan un solo medicamento frente a un tercio que opta la terapia combinada, a pesar de que varios estudios demuestran que los pacientes de alto riesgo se encuentran mejor tratados cuando se acogen a tratamientos con dos fármacos desde el inicio. Además, también se evita que los pacientes leves se conviertan en enfermos de alto riesgo, donde la patología se convierte, según este experto en ‘irreversible'.

Asismo, otro de los ponentes internacionales de las jornadas, el miembro del Imperial Collage de Londres, Neil R. Poulter, afirmó que la presión arterial es el factor de riesgo que tiene una mayor influencia en la mortalidad de los pacientes. Para frenar en mayor medidda el número de fallecidos y controlar el gasto sanitario, apostó el tratamiento farmacológico como la mejor medida para controlar la presión arterial y alcanzar ese 140/90 que defendió también su colega Mancia. Sin embargo, no todos los enfermos tratados bajo combinación de fármacos consiguen alcanzar estos niveles. Para este experto, la causa es que algunos pacientes son resistentes a estos productos, algunos son inefectivos o el tratamiento escogido el especialista no es el adecuado.

 

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