He intentado aprovechar el fin de semana: plan familiar fuera de Madrid. No ha sido posible. El teléfono móvil no paraba de sonar. Miedos. Rumores. Confirmaciones. Todas las noticias se mezclan, volcánicas, alrededor de mi cabeza. Cuentan que la dirección llamó a las delegaciones para pedir la presencia de estos trabajadores en la asamblea para ¿votar? la propuesta de la empresa. Dicen ahí que al jefe supremo se le ha acabado la paciencia con el director (este sí va a hacer historia, pero de terror) y va a colocar fin a su amigo, el otro de la V. Se comenta que va a haber una huelga la próxa semana. No sé a quién hacer caso. Por supuesto hace tiempo que dejé de creer en los Reyes Magos. Por eso mi inteligencia no puede aceptar los argumentos de la dirección y sus lacayos. Por eso puedo y debo añadir matices a las posturas del comité. Tienen razón, pero nadie la tiene toda. La semana va a ser dura. Pero soy como el pedernal.
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