Consciente de que sus palabras pueden sonar a conservadoras, el nuevo Ministro de Educación considera que hay que recuperar el valor del estudio, la enseñanza y la exigencia a los estudiantes. España no puede quedarse con un fracasado sistema educativo que desmotiva a los alumnos y arroja resultados excesivamente pobres en cuanto al rendiento escolar y universitario, según todos los informes internacionales, de PISA o la OCDE, en Educación Superior y Secundaria. En este sentido, el nombramiento de Ángel Gabilondo, presidente de todos los rectores de las setenta y siete universidades españolas, profesor de Metafísica y convencido defensor de la modernización y la movilidad de la Universidad española, ha sido considerado casi consenso un gran acierto. El hecho de unir nuevamente la Política Universitaria al Ministerio de Educación, después del intento fallido de adosarla a Ciencia e Innovación, supone volver a la lógica de la eficacia. Han sido, precisamente, los cambios estructurales en materia educativa, y las sucesivas leyes de Educación puestas y depuestas los gobiernos según su signo político, lo que motivó en gran medida el estancamiento educativo que padece nuestro país. Para el nuevo ministro, la Universidad es Educación, Educación Superior, y como tal ha de adscribirse al Espacio Europeo de Educación Superior, integrando el Plan Bolonia, y especialmente ahora que España presidirá la Comunidad Europea en el año 2010.
En tiempos de crisis los esfuerzos en Investigación y Educación son prescindibles en la ayuda al país para que contrarreste con Innovación y Ciencia los modelos básicos de la industria del Turismo y los Servicios, únicos sectores dónde nuestro país mantiene todavía su liderazgo. Al proceder del mundo de la Universidad y la Enseñanza, y no de la política, Gabilondo ya da señales de estar dispuesto a consensuar con todas las organizaciones políticas el tipo de Educación Universitaria que responda a las demandas de la sociedad. Asismo, propone un modelo de financiación, incentivar becas y racionalizar las carreras y materias. Ya que poder estudiar todas las licenciaturas en las setenta y siete universidades españolas es demasiado caro, será prescindible concienciar a la ciudadanía sobre la conveniencia para los universitarios de salir del entorno familiar y aprender a tomar, desde jóvenes, las riendas de su vida, perdiendo el miedo a cambiar de ciudad elegir sus estudios. En este contexto es donde habría que enclavar la revisión de becas y ayudas para dicha movilidad, así como las conexiones entre el universo de la Ciencia y la Tecnología para plicar a las empresas líderes en la Educación y la formación de sus futuros ingenieros, científicos o investigadores. Con este nombramiento, es más que probable que el ya famoso y malinterpretado Plan Bolonia dé un gran paso hacia adelante para que sea asilado de forma racional.
Concha Minguela
Directora de Gente en Madrid