En la Tierra a miércoles, noviembre 6, 2024

Enfermedad renal: predictor clave de la mortalidad cardiovascular

La enfermedad renal es uno de los principales predictores de morbortalidad cardiovascular. La aparición de daño renal es un indicador de mal pronóstico en la evolución de la enfermedad cardiovascular y ambas patologías suelen cursar en paralelo.

 

Uno de cada cinco españoles que pasa la consulta del médico de asistencia praria presenta insuficiencia renal. En nuestro país, más de cuatro millones de adultos presenta enfermedad renal crónica (ERC) y cerca de dos millones han evolucionado a una insuficiencia renal (IR). Esta enfermedad afecta a más de un 10% de la población adulta y a un 20% a partir de los 60 años, y las estaciones auguran un incremento asociado al envejeciento progresivo de la población y al incremento de factores de riesgo vascular como la diabetes, la obesidad y la hipertensión arterial (HTA).

Según estudios de la Sociedad Española de Nefrología (SEN) realizados con el Ministerio de Sanidad sobre la ERC en España (Estudio EPIRCE), uno de cada diez españoles padece ERC y en adultos mayores de 18 años, un 6,8 % de la población ha perdido ya más de la mitad de la función renal. Este es el punto de partida del Proyecto NEFAP, puesto en marcha SEN con el patrocinio de Boehringer Ingelhe a fin de llevar a debate cuestiones relacionadas con esta enfermedad y posibles avances. Según el Dr. Martínez Castelao, presidente de la Sociedad Española de Nefrología (SEN), ‘este Proyecto tiene como objetivo el correcto manejo de la hipertensión arterial (HTA) la Enfermedad Renal  Diabética y su abordaje a nivel multidisciplinar'.

Además, el Estudio EROCAP, realizado la SEN, analiza la insuficiencia renal en población mayor de 18 años que acude a los Centros de Atención Praria. Los datos finales muestran que 1 de cada 5 personas que acuden a los Centros de Atención Praria presenta una insuficiencia renal moderada tante, con reducción de más de la mitad de la función renal. También se ha comprobado una tante afectación cardiovascular en estos pacientes.

El principal problema es que un número tante de pacientes con ERC está sin diagnosticar. Entre las causas de ese infradiagnóstico, están la falta de controles de la función renal, la incidencia de ERC oculta (que las creatininas séricas están en el rango de normalidad a pesar de una pérdida de la función renal) o la ausencia de síntomas. Como explica el doctor MartínezCastelao, ‘hasta ahora se utilizaba una prueba para medir la creatinina en la sangre, método que ha demostrado no ser un buen marcador de la función renal especialmente en mujeres y pacientes mayores, pues en cierta manera refleja la masa muscular que está descendida en estas poblaciones. Actualmente, teniendo en cuenta factores como la edad, el sexo y la raza, se emplean varias fórmulas conocidas como estación de filtrado glomerular  que determinan con mayor sensibilidad la función renal del paciente'.

La evolución tanto de la patología cardiovascular como renal se puede litar y frenar mediante un tratamiento específico. Para ello, es preciso un control estricto de la presión arterial, de la glucemia y de la dislipemia. Igualmente, se recomienda el tratamiento con fármacos que bloqueen el sistema renina angiotensina aldosterona, que han demostrado disminuir la albuminuria (niveles altos en hipertensos aumentan la mortalidad en estos pacientes). Asismo, las combinaciones de fármacos a dosis adecuadas se sitúan como una opción terapéutica eficaz para tratar a los pacientes hipertensos con nefropatía diabética.

A lo largo del 2009, se celebrarán diferentes talleres para formar a ‘formadores', que se irán extendiendo en todas las Comunidades Autónomas. Al final se involucrarán unos 7.600 nefrólogos y médicos de AP de toda España, que buscan mejorar el conociento sobre el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad renal.

En los últos cinco años se han realizado varios estudios que han confirmado que la detección precoz y la remisión adecuada al nefrólogo reduce los costes para el paciente y el sistema al disminuir la velocidad de progresión, disminuir la morbortalidad cardiovascular y disminuir la estancias hospitalarias. En España el coste sanitario asociado al tratamiento en las fases más avanzadas de la ERC se esta en 800 millones de euros.

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