Al ser un país sureño y mediterráneo, España ha mantenido su hecho diferencial durante varias décadas, para bien y para mal. Fuos el últo país de la Europa nuclear en liberarnos de una dictadura militar y hemos pagado el alto precio con varias décadas de retraso en libertades civiles este concepto. Hoy más que nunca, somos un miembro de pleno derecho de la Europa de los 27. Muchas de nuestras decisiones nacionales de Gobierno las toman en el corazón del Parlamento Europeo, donde están representadas todas las corrientes políticas e ideológicas, conservadoras, liberales, demócratacristianas, socialistas y comunistas. Por ello son tan tantes las elecciones al Parlamento Europeo. Da la sensación de que los políticos, inmersos en intereses partidistas e involucrados en la lucha interna el poder, no son capaces de mirar a Europa con la generosidad y el desprendiento que debieran y, tanto, no son capaces de explicar al ciudadano votante la tancia de formar parte de una Europa unida y organizada, de forma que actúe como un bloque sólido y potente frente a un mundo cada vez más globalizado y, ello, cada vez más cercano.
A lo largo de las últas tres semanas, desde estas páginas hemos intentado darles a nuestros lectores los puntos de vista y las propuestas de los tres principales partidos políticos que concurren a estas tantes elecciones. Porque no es lo mismo defender la jornada laboral de 65 horas que la de 35 horas; que no es lo mismo hacer frente a la amenaza terrorista mundial (los atentados islamistas, la piratería somalí, los ataques terroristas de ETA) desde nuestros litados recursos nacionales, que coordinadamente con todas las fuerzas armadas y de seguridad del bloque europeo e, incluso, transatlántico. Porque no es lo mismo intentar frenar o encarrilar los flujos migratorios desde nuestras flacas posibilidades, que desarrollar políticas de cooperación internacional que traten el problema en su origen. Por ser europeísta, como nos recuerdan los candidatos, puede España estar incluida en los grandes foros internacionales donde se confecciona una nueva arquitectura financiera, para tratar de resolver, conjuntamente, la crisis mundial que nos afecta. Porque un país, así tomado de uno en uno, como dice la canción de Aute, no es nada y nada puede hacer frente a los grandes retos mundiales que desafían nuestro modelo económico, hoy más que nunca, lleno de incertidumbres que afectan al ciudadano, sea vecino de Móstoles, de Madrid, de París, de Milán o de Hamburgo. Sólo unidos podremos solucionar y redefinir las políticas que requieren los mercados internacionales. Y exigir responsabilidades a los que juegan con el dinero y los ahorros de todos. Por todo ello, es tan tante acudir a votar el día 7 de junio. No hacerlo es darle un cheque en blanco al azar y también al retraso.
Concha Minguela
Directora de Gente en Madrid.
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