El presidente del Banco Central Europeo, Trichet, dió ayer un toque al Gobierno español, al pedir una restructuración financiera y una reforma laboral. Su visita al Foro de la Nueva Economía, en Madrid, fue un respaldo al Gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, que defiende intervenir ya en el rescate de bancos y cajas en apuros, y en reformar el mercado de trabajo, algo a lo que ZP se resiste. Trichet dijo que hablaba para todos los países de la Zona Euro, que están bajo su autoridad, pero hablaba de España especificamente. Parece que el mercado interbancario empieza a funcionar otra vez y la banca vuelve a prestar, hay tímidos signos positivos en el sistema financiero.
Trichet advirtió con rotundidad a un interpelante, que nadie va a salir del Euro, España no desde luego, “que quienes se han adherido a la divisa es para la eternidad“. El asunto pareció sonarle al francés a catastrofismo, justo cuando se han hecho esfuerzos financieros que llegan al 23% del PIB de la Eurozona, de los que se ha beneficiado nuestra banca, una barbaridad de dinero para salvar a los bancos y la economía europea. El BCE ha hecho su trabajo, seguirá ayudando a la banca, y vigilando los precios, parece que hemos tocado fondo pero la tormenta no ha pasado.
Su consejo es que todos los gobiernos sigan actuando con decisión y rapidez, “ya que navegamos aguas desconocidas” desde la II Guerra Mundial, pero una vez hecho el trabajo deben volver al sendero de la normalidad, o sea retirar los estímulos fiscales y el gasto social extraordinario y volver a las cuentas públicas saneadas. O sea que España tendrá que cumplir el Pacto de Estabilidad, y bajar del 10% de déficit público que tendremos pronto. Sigue manteniendo que Europa debe salir de la crisis en 2010, pero si todo el mundo hace los deberes, reformas incluidas.
PD) Los exministros de Economía socialistas Solbes y Solchaga, departieron ayer muy distendidos tras la conferencia de Trichet. Están encantados de no lidiar con la crisis. Un periodista se atrevió a preguntar a Solbes si se seguía hablando con Zapatero, a lo que respondió muy socarrón que sólo “cuando se lo encontraba”, todos los presentes entendieron que cuando se lo tropieza. Las relaciones no deben ser muy fluidas, tras su salida del Gobierno, ya que Solbes se oponía siempre a las ocurrencias de ZP.
MIGUEL CIFUENTES, PERIODISTA