Tras los excesos del verano, llega el momento de abandonar el tabaco. Según el Atlas del tabaco, cada fumador inhala en un año el humo de 2.225 cigarrillos, lo que tiene efectos muy nocivos sobre la salud y la belleza.
Según el Atlas del Tabaco, editado la Fundación Mundial del Pulmón y la Sociedad Estadounidense del Cáncer, en España, 36,4% de los hombres y el 30,9% de las mujeres son fumadores habituales.
En este sentido, son muy pocos los que conocen los problemas dermatológicos que suponen el consumo, tanto activo como pasivo del humo del tabaco. Entre ellos se encuentran la sequedad en la piel, parición de vello, arrugas, apariencia, grisácea, manchas… esto unido a los efectos de las radiaciones solares a las que nos exponemos durante el verano, se convierte en un cóctel explosivo.
A las consecuencias dermatológicas del sol veraniego hay que añadir, en el caso de los fumadores, las consecuencias propias de su adicción. El humo del tabaco seca la piel y reduce la cantidad de flujo sanguíneo que llega a ésta lo que la priva de oxígeno y otros nutrientes esenciales provocando deshidratación.
El comienzo del nuevo trestre puede ser un buen momento para dejar de fumar, junto con el resto de los nuevos propósitos saludables del nuevo curso.