Todo lo que está relacionado con Intet, los móviles y los ordenadores en general, llama poderosamente la atención de nuestros hijos, hasta el extremo de que en muchas ocasiones no saben parar. Se sienten incómodos si no tienen cerca una conexión a Intet, la consola o un móvil para chatear o mandar mensajes a sus amigos.
Llevamos dos semanas de clase y en estos días en las charlas que he partido en algunos colegios de España, los padres me empiezan a plantear sus graves dudas sobre la forma en que sus hijos utilizan todos estos aparatos.
Es una lucha constante, en la que los padres llevan la peor parte, que siempre acaban discutiendo. Los chavales no aceptan un no respuesta y quieren más y más; no pueden pasar sin su Play, Tuenti o el móvil.
En cualquier caso, la solución tiene que venir necesariamente de la educación que los padres damos a nuestros hijos. Ese es uno de los consejos que habitualmente damos en Adicciones Digitales (www.adiccionesdigitales.es), cuando damos una charla en un colegio o centro social.
Me preguntaba el otro día un padre en un colegio de Valladolid cómo enseñarles a distinguir entre utilizar un aparato o que un aparato les utilice y les esclavice. La respuesta no es difícil, lo complicado es llevarla a la práctica en función del chico del que se trate. Porque lo cierto es que las nuevas tecnologías pueden suponer un peligro para chavales con una personalidad débil que son muy atractivas; enganchan desde el prer momento y podemos dedicar a ellas mucho tiempo sin darnos cuenta.
Este padre decía que su hijo pasa muchas tardes enganchado al ordenador, aunque no cree que esté haciendo cosas inadecuadas o peligrosas. Yo le respondí que quizá habría que matizar el concepto de peligro que parece bastante probable que sí sea peligroso que se enganche tantas horas frente a la pantalla. Parece claro que el chaval no utilizaba su tiempo correctamente y es ahí donde surge el peligro, cuando no ponemos cuidado ni caemos en la cuenta del tiempo que gastamos o malgastamos en esas actividades. Esto puede llevarnos a la adicción, a no saber vivir sin esos aparatos y a estar pegados todo el día y buena parte de la noche a ellos. Acabamos de empezar el curso y si no ponemos los medios, dentro de mes y medio van a empezar a llegar los preros suspensos. Para evitarnos esos disgustos hemos de poner remedio ahora mismo.
Llegados a este punto un amigo de ese padre preocupado le explicó la clara diferencia que existe entre el uso, el abuso y la adicción a las nuevas tecnologías. Mientras el uso es algo saludable y racional, el abuso no significa que estemos todos los días enganchados sino que en ciertas ocasiones podemos pasar demasiadas horas delante del ordenador. La adicción, sin embargo, plica que necesitamos realizar esa actividad de forma constante, no podemos pasar sin ella. Se produce el síndrome de abstinencia.
El padre no tuvo más remedio que reconocer que su hijo tenía algunos de los síntomas que provoca la adicción a la tecnología, como es el aislamiento social y el abandono de su círculo tradicional de amistades. Ahora sólo quería estar en su habitación con Intet. El chaval había cambiado su vida en la calle una realidad virtual que es la que a él le gustaba vivir.
Pero no todo son peligros, ni malas noticias. En realidad, las nuevas tecnologías tienen muchas más ventajas que inconvenientes. Facilitan el desarrollo humano, el conociento de otras culturas y la relación con personas a las que no nos podríamos acercar físicamente la distancia que nos separa. Nos permite acceder a mucha información que de otra forma sería difícilmente accesible, y ponen a nuestra disposición una ingente cantidad de contenidos y recursos tanto educativos como de ocio.
JUAN MANUEL ROMERO MARTÍN, ADICCIONES DIGITALES
