En la universidad leí varios libros futuristas sobre sociedades dominadas un ojo vigilante, que me parecieron mucho más terribles que las dictaduras reales. El Gran Hermano dominaba todo y a todos en la famosa novela de Orwell, en la que no quedaba ni un rincón privado a los habitantes de aquel mundo. Nunca creí que aquello pudiera suceder hasta ayer, cuando en una charla con el consultor Javier Celaya, del Grupo 212, me contaba el rastreo automático que realizan los ordenadores de las mayores empresas de Intet, como Google o Facebook, para buscar y guardar todos nuestros datos personales. “En la red se guarda todo, y eso nos llegan ofertas comerciales personalizadas. Esto está prohibido en la vida analógica, pero en el mundo digital hemos cedido nuestra privacidad sin darnos cuenta, que la tecnología va delante de la legislación y ninguna ley ha evitado este abuso. La Unión Europea ya está enca de ello y supongo que en unos años se podrá corregir. Pero la gente se asustaría si supiera la información que tienen estas empresas de cada uno”, me dijo.
Me acordé de la cuenta que abrí en Facebook para escribir un retaje y que todavía no había cerrado que se me había olvidado la clave. Una vez corregido el error me dispuse a cerrarla, indicando a los administradores de la red social que anularan todos mis datos de sus bases de datos. Las veces que he vuelto a entrar para dar un nuevo alta veo que puedo hacerlo sin problemas que guardan todos mis datos y mi foto. No quiero ni pensar la información que pueda tener acumulada Google, dado su casi monopolio mundial como buscador. Solo en Estados Unidos se acerca al 72% de las búsquedas, mientras que Yahoo tiene el 16,4% y Bing, que es el nuevo buscador de Windows, casi el 9%. Facebook, que es la mayor red social del mundo, tiene 300 millones de usuarios, y en cada perfil pone las ofertas comerciales adecuadas a sus gustos. De momento, Facebook y Google utilizan la información para hacer caja ¿se aginan que decidieran utilizarla para otra cosa?
SUSANA BLÁZQUEZ, PERIODISTA