El presidente de RTVE, Luis Fernández, acudió ayer al Senado para presentar la memoria sobre el servicio público. La comparecencia tuvo tintes de testamento y sirvió para que Fernández resumiera parte de su gestión al mando del Ente durante los últos dos años. Del resto, sólo interrogantes. Los medios especulan esta mañana con que Luis abandonaría la casa esta misma semana y que lo anunciaría en el Consejo de Administración.
No obstante, y al margen del conocido desacuerdo de Luis Fernández con el nuevo sistema de financiación de la Coración que quita a RTVE todos sus ingresos comerciales, lo cierto es que el actual Presidente de la Coración se ha convertido en un problema para el Ejecutivo y en especial para María Teresa Fernández de la Vega, alma máter de la nueva ley. En Moncloa no es aceptable que el Presidente de la Coración manifieste su descontento con la medida, que ha costado tantas reuniones consensuar con las cadenas privadas.
EL BALANCE DE LUIS FERNÁNDEZ EN EL CONGRESO
Tampoco es aceptable que Fernández considere en privado que la Ley es un amaño entre UTECA y el Ejecutivo y que crea que perjudicará notablemente al Ente. Con sus más y sus menos Luis Fernández ha logrado mantener económica y financieramente las cuentas de la cadena históricamente deficitarias y ha situado a La 1 como líder de audiencia, tras cuatro años de sinsabores.
Un logro que sin embargo nadie cree que será posible repetir con la nueva estructura. Y Fernández ha sido el prero en advertirlo. TVE competirá con un presupuesto cerrado de 1.200 millones de euros anuales, pero sin posibilidad de optar a ingresos publicitarios. ¿Para qué competir entonces? ¿Qué pasará con la programación? ¿Tiene sentido pagar millonadas programas de ficción que nacen subvencionados? ¿La 1 debería ahora tener solo televisión de servicio público?
Sin duda muchas interrogantes que Luis Fernández no está dispuesto a responder y que prefiere dejar a su sucesor. La jugada del actual Presidente de RTVE no es mala, ya que deja un legado de liderazgo de audiencia y cuentas saneadas y queda en el recuerdo como el prer Presidente elegido en el Parlamento. Si se va, los problemas quedarán para el próxo. Nada mal.
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