Me lo dijo un día del mes de junio de 1979 aquel pillo y tránsfuga de todo que se llamaba Francisco Fernández Ordoñez: “Amigo mío, no le des más vueltas, este Partido no dura ni dos años”. Y así fue. La Unión del Centro Democrático (UCD) que había puesto en pie Adolfo Suárez, desde el Poder, para tener un partido propio, con los restos que pudo recoger de los “partiditos” que surgieron con la llegada de la Democracia (falangistas conversos, socialdemócratas, liberales, democristianos, gentes del OPUS y demás ralea), se hundió incluso antes de salir del Gobierno. Además de una manera vergonzosa y de récord histórico. Porque en tan solo tres años, elecciones de 1979 a las de 1982, la UCD bajó de 168 escaños a tan solo 11. O sea, que de una tacada perdió 157 diputados, caso único en la Historia política. Y todo el ansia de poder de los Barones, las intrigas internas y subterráneas, los navajazos la espalda, las corruptelas y las corrupciones, las luchas las listas y hasta algunos líos de faldas. Fue una pléyade de camaleones que en cuanto se vieron en la calle corrieron como galgos a apuntarse a cualquier partido que les diera cobijo (y el prero de ellos ¡¡cómo no¡¡ Francisco Fernández Ordoñez). Allí, en el Congreso de Palma de Mallorca, se les vio el plumero. Sus nombres, ya olvidados, están enmarcados en la Historia de la estupidez y la traición: Agustín Rodríguez Sahagún, Rafael Calvo Ortega, Abril Martorell, Garrigues Walker, Fernández Ordoñez, los Camuñas, Mercelino Oreja, Pérez Llorca, Landelino Lavilla, Calvo Sotelo, Pérez Llorca, Soledad Becerril, Javier Arenas (¡¡ otro ¡¡), Alfonso Osorio, Martín Villa y algunos más que desaparecieron del mapa. Fue un suicidio de ambiciosos y tontos.
Pues bien, aquello, la UCD, ha resucitado y ahora se llama Partido Popular. Ese Partido que se dirige absurdamente al precipicio y al “cierre vacaciones”. Y lo más grave es que lo están haciendo a plena luz del sol, sin taparse, sin nocturnidades. ¡! Eso sí, con las mejores navajas de Albacete ¡!. Los Rajoy y compañía se han vuelto locos de remate. El espectáculo que han dado en Valencia y siguen dando en Madrid es de vergüenza ajena, o más de tontos de remate. Así que ya se ve en el horizonte lo que va a pasar en un próxo futuro: el PP desaparecerá como aquella UCD, entre la ignominia y las navajas. Lo decía un socialista inteligente en los años noventa, y cuando ya estaba Felipe contras las cuerdas: “Que conste, que no ganamos lo bien que nosotros jugamos, sino lo mal que juegan ellos”. Claro que “los hijos de papá” van a tener compañía el día que caigan el precipicio, que de esto, de España, no va a quedar ni la Corona. ¿Pesismo? NO. Realidades.
AVERROES