Barack Obama ha empezado este fin de semana a ganarse el Nobel de la Paz que le adelantaron el pasado mes de octubre. Gracias a una apretada victoria en la Cámara baja, ahora puede llevar al Senado ‘su’ reforma, que pretende cubrir las necesidades sanitarias de 36 millones de estadounidenses, a excepción de los inmigrantes ilegales. Ha sido la noticia del fin de semana. El presidente de EEUU hará historia si consigue convencer a los Senadores.
Para muchos europeos Estados Unidos es desde ayer un poco más libre. La Cámara baja le dio el visto bueno con 220 votos a favor y 215 en contra (y ninguna abstención) a que la práctica totalidad de los estadounidenses ‘independientemente de su Salud o de sus ingresos’ puedan contar con un ‘acceso asequible a un servicio sanitario cuando lo necesites’, describió John Dingell, introductor de la Ley en Cámara y quién la ha trabajado con mayor fuerza.
Pasaban de las once de la noche en Washington, era de madrugada en España. Era 7 de noviembre en la Cámara de Representantes, 8 de noviembre en muchos países del mundo. Él es el quinto Presidente que lo intenta y el que más lejos ha llegado en la tramitación, a pesar de haberlo hecho en un contexto de recesión económica. Se calcula que la reforma sanitaria es una Reforma con mayúsculas y costará más de un billón de dólares a asumir en la próxa década. Para los 39 demócratas moderados que se opusieron, ‘la ley disparará el ya abultado déficit público‘.
Si el equipo de Obama consigue convencer al Senado, a partir de 2010 las compañías aseguradoras no podrán rechazar a ningún Paciente, sea cuál sea su condición médica. Las empresas tendrán que asegurar a sus empleados o, en su defecto, ayudarles a que lo hagan su cuenta. También tendrán seguro público quienes pierdan su empleo o no tengan recursos para tener uno privado. Los jóvenes y trabajadores autónomos, reacios a pagarse un seguro que no lo ven necesario, estarán obligados a acogerse a algún plan.
Esto será así para todos los estadounidenses, un 96% de la población de Estados Unidos. No hay sitio para los inmigrantes ilegales, colectivo que supone más de seis millones de personas para los más optistas y casi diez millones para los más pesistas. Un gran paso para el hombre, pero no un gran paso para la humanidad…
Lo que está claro es que el premio Nobel ha puesto todo su empeño en ello y ese podría ser uno de los motivos los que hoy no ha viajado hasta Berlín, donde hoy están reunidos los principales líderes mundiales para conmemorar el 20 aniversario de la Caída del Muro. No obstante ha enviado a la Secretaria de Estado, Hilary Clinton, para conmemorar este día junto a Merkel y Gorbachov.
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