Tómenselo como medida para paliar el paro en Catalunya y no como lo que es, es decir: una chorrada como la copa de un pino. Para entendernos, la Esquerra Republicana de Puigcercós quiere que los parlamentarios catalanes no suelten ni una palabra en castellano y, para conseguirlo, proponen que el Parlament se gaste parte de su presupuesto en traductores que expliquen en el idioma del perio sus “decires institucionales” a los posibles visitantes de Nicaragua, Cuba, Argentina o Sanlúcar de Barrameda, que a centenares acuden al barcelonés Parque de la Ciudadela a visitar el edificio, o a reunirse con sus Honorables Señorías. Como el gasto no es pequeño, y nosotros queremos ser indulgentes, nos tomamos la iniciativa la parte positiva de la propuesta, para que nadie se sienta a disgusto. Lo malo es que del Ebro para abajo habrá más de un “cazurro” que es como les ha llamado el tesorero micolor de Lata, el conocido economista Sala Martin, que arme la de Dios es Cristo al tener noticia del polémico asunto. No me extrañaría que en los próxos días los pirómanos de una y otra parte volvieran a incendiarnos el monte de la convivencia, al que ya le escasean árboles que quemar de tanto incendio como se produce. Y luego dirán que les tengo manía.
