El nombramiento de Alberto Oliart, producto del consenso entre los dos principales partidos políticos, ha llegado envuelto en polémica de tres aristas: no sabe nada de televisión; hay un fuerte contrasentido en su nombramiento cuando el últo ERE en RTVE se saldó con la salida de profesionales de más de 55 años, y tiene 81 años. Las dos preras críticas las vamos a pasar alto no solo que no es el motivo de este artículo, sino que Rodríguez Zapatero, ejemplo, no sabía nada de presidir un país y lo preside y que nada tiene que ver un ajuste de plantillas con el nombramiento de un veterano para presidir que no cargar con una cámara una empresa pública. En todo caso, este segundo punto lo único que dice es que este país es un desastre y que no es capaz de digerir la mano de obra con la que cuenta ni siquiera en época de bonanza.
Si quiero centrarme en el segundo aspecto, el de la edad. En general, los articulistas han tratado de ser respetuosos, aunque no han faltado quienes han venido en descalificar al personaje el hecho de haber nacido en el año 29 del pasado siglo, todo muy en línea con la escasa sensibilidad que este país demuestra en las últas décadas las personas que alcanzan una determinada edad. Y todo ello sin tener en consideración que casi el 30% de la población española tiene más de 65 años.
Todo esto en contra de lo que ocurre en otras sociedades como las sajonas, en donde la edad merece una especial consideración social y profesional y nada mejor para acreditarlo que ver televisión en otros países para comprobar como, ejemplo, una parte de las grandes figuras de la pequeña pantalla en Estados Unidos son y han sido gente de nivel y de edad. Sin embargo en España pra la estética de la edad al nivel intelectual en un claro ejemplo de discrinación en el que no ha intervenido la ministra Aido, quizá un problema de falta de tiempo.
Ignorar que España será el país de la Unión Europea con mayor proción de jubilados (35,6%) y menos personas en edad de trabajar (52,9%) sobre el total de la población en el año 2050, es una frivolidad, ya que ello significa que si las cosas no cambian y lo dice la UE, la tasa total de dependencia se situará en el 89,2%, es decir, que habrá 9 personas inactivas (ya sea menores de 15 años o mayores de 65) cada 10 personas en edad de trabajar, lo que supone una grave amenaza para el futuro de las pensiones.
Cuando más de uno y de dos, incluso de tres, tiemblan pensando que las pensiones no les van a llegar cuando alcancen la edad de jubilarse y cuando se baraja la posibilidad de incrementar esa edad como una vía necesaria para equilibrar el precario estado del bienestar, no vale venir con la demagogia fácil de la descalificación la descalificación y más teniendo en cuenta que las expectativas de vida crecen y crecen y vuelven a crecer.
Le sobra razón a Joaquín Sabina cuando canta aquello de “hacerse mayor sin delicadeza”
Así que bienvenida sea la llegada de Alberto Oliart, personaje que nada tiene que demostrar y que asegura una equidistancia política reseñable, aunque ya sabemos que la independencia en un órgano como la televisión pública es una quera y que depende más de los gestores de cada programa que del Consejo y de quien lo preside.
Bienvenido sea pues el mensaje a la sociedad que supone el nombramiento de Alberto Oliart como bienvenido fue el de Rubio Llorente, en su momento, como presidente del el Consejo de Estado y que se recupere algo del respeto social que los denominados como mayores han perdido en España.
Carlos Díaz Güell
Vicepresidente ejecutivo de Serfusión