El otro dia el Hotel Palace recobró el espiritu europeista, la póca de la transición democratica y el ungüento de la convivencia. Conté entre los asistentes a la cena convocada a media docena de exministros, otro tanto de Embajadores y un alto centaje de empresarios que daban cuenta de que allí se sentaba buena parte del PIB español. Era un dia grande. Nos habia convocado el Premio Marqués de Villalobar concedido la Camara de Comercio de Belgica a Luis SanchezMerlo.
Matías Rodriguez Inciarte nos recordó el trayecto humano, social y político, Luis. Un pródigo recorrido de su peripecia pública. Las vivencias compartidas ambos dieron buena cuenta del calado biográfico de SanchezMerlo. Un amigo con el que comparto el amor el arte, el paisanaje, la interpretación de las realidades mediáticas, el encaje de bolillos, los efectos dominó de la vida pública, los dolores humanos y los tres territorios de a modo de espacios vitales de nuestros acomodos como es el caso de Valladolid, Madrid y Mallorca.
Decía Luis que contaba Felipe Gonzalez que una noche, en plena crisis del Golfo, compartía con su entonces Ministro de Asuntos Exteriores, Paco Fernández Ordóñez, una ensalada de lechuga y un poco de pescado blanco. Era lo que Paco (que parecía no querer enterarse de que estaba enfermo) podía permitirse en aquel momento, y le dijo a Felipe: “He decidido que voy a cambiar a mi médico el veterinario de mi perro, que a mi perro le va mejor que a mí”.
A los hipocondríacos, dijo SanchezMerlo, nos gustan las películas de Woody Allen y la proxidad de los médicos. Así que me he quedado muy tranquilo cuando he visto que esta noche están aquí los Drs. Allona y Martin de Francisco, junto a muchos otros buenos amigos, como todos vosotros, que supongo habéis llegado hasta aquí, como yo, casi campo a través, sorteando las zanjas y barricadas de Madrid. Tiene, pues, mucho valor para mi que hayáis acudido a esta convocatoria y no tengo palabras suficientes para agradecer vuestra presencia.
Es inevitable proyectar la integridad, la honestidad intelectual, la dignidad y la decencia moral del Marqués de Villalobar sobre estos tiempos en que el sentiento público aparece temeroso y desfallecido. Parece pues obligado, ahora más que nunca, hablar de valores y ese pretende ser el hilo conductor de estas palabras de agradeciento, sentenció el premiado.
El jurado, al distinguirme con este premio, decía en su discurso SanchezMerlo, ha tenido en cuenta, mi participación al servicio del Estado, en las dos principales acciones de la llamada Transición Exterior: la adhesión de España a los Tratados de Roma y de Washington, es decir, nuestras negociaciones para entrar en el Mercado Común y en la Alianza Atlántica.
SanchezMerlo indicó que Europa ha ocupado, y sigue ocupando, buena parte de su escenario vital, familiar y profesional.
Después de Lovaina, el Colegio de Europa, una autentica cantera de formación de líderes europeos. La idea de su fundador, Salvador de Madariaga, otro gran español, leyenda para los liberales, era que estudiantes de diferentes países pudiesen estudiar y vivir juntos.
Luis recordó que Franco, que murió en la cama sin saber idiomas, nos legó, en materia de política exterior, poco más que una tradición de neutralidad.
Nos faltaba una cultura exterior en la que apoyarnos. Y analizó en voz alta para decir que “la nuestra era una neutralidad de disión que desembocaba inevitablemente en complejo de exclusión. Si alguna cultura había era la de la inhibición: decíamos que no queríamos hacer que lo que en realidad sucedía era que no podíamos hacer. Y, lo tanto, para fingir hacer algo en política exterior no nos quedaba más remedio que provisar. Eso ha sido, hasta hace muy poco, el código genético o el manual de instrucciones de nuestra política exterior.”
Los hechos los recordaba el premiado diciendo “a finales de los años 70, tuve la suerte de formar parte del prer equipo que negoció la entrada de España en lo que entonces se llamaba Mercado Común. Para nuestra generación, Europa era sinóno de democracia pero el sueño no se materializaría hasta algunos años después. Entonces, España iniciaba su camino a la democracia y nuestro ardor europeo, unido a una incansable ingenuidad, chocaba con la cruda realidad de los intereses nacionales de los países. Sobre todo de algunos que, como Francia, veían en el bien traído pretexto de su agricultura amenazada la ocasión de torpedear las negociaciones. Y mientras en los despachos ponían todos los obstáculos posibles y buena parte de los posibles, en las carreteras quemaban nuestros camiones y volcaban nuestras partidas de frutas y hortalizas.”
Recordaba Luis SanchezMerlo que unos años mas tarde, volví a formar parte del equipo que, con el Presidente CalvoSotelo al frente, integró a España en la Alianza Atlántica. En aquella ocasión, nos encontramos con dos problemas. Dentro, en España, con una intensa, hábil y eficaz campaña contra nuestro ingreso: el célebre eslogan era “OTAN, de entrada, no”, una verdadera obra de arte de los lingüistas y publicistas del PSOE, que se podía entender como cada uno quisiera. Y fuera, una vez más, topamos con los obstáculos de algunos países, a los que todavía costaba entender que España ya había hecho los deberes y tenía suficiente legitidad democrática para incorarse a la defensa del continente.
El proceso de integración europea ha dado el mayor beneficio posible a nuestros pueblos: una paz duradera y una prosperidad sin comparación en nuestra historia y sigue siendo la mejor respuesta a los desafíos que plantean los nacionalismos y la diversidad cultural. Por eso se echa en falta, ahora más que nunca, una Europa más audaz y más segura de sí misma.
La familia es uno de los ejes más valorados en su biografia SanchezMerlo. En sus palabras dijo “quisiera, en este punto, detenerme para recordar con especial afecto a algunas personas que han tenido un peso determinante en este recorrido y que algunas ya no están entre nosotros. En prer lugar, mi padre, un hombre bueno y volcado, desde su despacho de abogado, en ayudar a los demás, del que heredé la compasión, en el sentido anglosajón del término.
Cuando regresé a España, con el anterior régen agonizando, me incoré a lo que sería mi prera experiencia política, el partido socialdemócrata, un míno partido donde conocí a Paco Fernández Ordóñez.
En el paisaje de mi precoz adolescencia política guardo el recuerdo vivo de quienes ya estaban en la travesía, En la orilla de la política: José Maria Mohedano, Miguel Doménech, Gustavo Suárez Pertierra, Julián Garcia Vargas, Pedro Schwartz, Antonio Vázquez Guillen, José Vicente Cebrian, Pepe Peña Aranda, José Maria Rodriguez Colorado, Antonio Alonso Lasheras, Juan Fernando López Aguilar. Y en la orilla, del periodismo combativo, que tanto contribuyó en el empeño: Luis María Anson, Pepe Oneto, Pedro Páramo, Manolo Soriano, José Antonio Martinez Soler, Fernando Gonzalez Urbaneja, Carlos Diaz Güell. Con el Padre Martin Patino oficiando en ese paisaje transversal.
De Paco me atrajo en seguida su mezcla de inteligencia, escepticismo y sentido del humor. Era amigo de poetas, periodistas y artistas de todo género y condición. Cómo no sentirme identificado con él! Era el paradigma del hombre público para el que no hay enemigo pequeño, ni amigo pequeño y todo ello con la decidida voluntad para conseguir el objetivo últo. En su caso, la Ley del Divorcio, que tantos jirones dejó en la ya, entonces, convulsa UCD.
Paco Ordoñez encarnaba la idea de una España moderna, progresista y solidaria y fue la prera referencia que yo tuve de alguien para quien los intereses no están reñidos con los principios, en la medida en que unos y otros pueden y deben defenderse desde la fortaleza moral y la resuelta independencia”.
No pueden faltarme palabras de emocionado recuerdo a mi querido Leopoldo CalvoSotelo, quien me dio la otunidad, con apenas 30 años, de convertirme en actor y testigo del proceso que situó a España en el lugar que le corresponde dentro de la comunidad internacional.
Con la incoración de España a la OTAN, CalvoSotelo puso término, de una vez todas, al viejo espejismo de una España neutral. Cuando recurrió la sentencia que ‘mal condenaba’ a los golpistas del 23F; dejó definitivamente afirmada la sujeción de las Fuerzas Armadas al poder político. Estas dos actuaciones me parecen muy esenciales de su paso , lo que a él, gallego de Ribadeo, le gustaba llamar, el proceloso mar de la política.
Con motivo de su reciente desaparición, se ha hecho un inventario completo de sus muchas virtudes. Nuestro país, siempre generoso y justo con los muertos. Pero hay una que me gustaría ahora resaltar. Era un hombre sobrio y austero, que detestaba los excesos.
Su inteligencia, honestidad y patriotismo completaban el ADN de un gran español que sbolizó los mejores valores de la transición: eran los tiempos en que se creía en el diálogo, en la explicación, en que se daba tancia al adversario o al discrepante, sin utilizar el insulto personal, como ingrediente de actuación.
Leopoldo CalvoSotelo colocó a España en su sitio, poniendo fin a la insuficiencia crónica de nuestra política exterior. Y yo tuve la gran fortuna de estar a su lado.
No quisiera dejar de mencionar a otros grandes que estuvieron y ya no están con nosotros. Me arriesgo a dejarme a alguno en el tintero pero ahí está el recuerdo emocionado para quienes, como Pío Cabanillas, Ignacio Aguirre, Joaquín Garrigues, Luis Ortiz, Juan Antonio García Diez, Mariano Rubio, Juan Rosón, Manolo Broseta, Fernando Abril, Gabriel Cisneros, Iñigo Cavero, Sebastián MartinRetortillo, Manolo Villar Arregui, Enrique Fuentes, Manuel Gutiérrez Mellado, Luis Sánchez Harguindey…todos ellos contribuyeron con honradez y olvido de sus conveniencias personales al éxito de la gran operación de la Transición. Sin olvidarme del incansable José Mario Armero y los tres grandes editores: Jesús Polanco, Juan Tomas de Salas y Antonio Asensio. Y en este homenaje coral, mi recuerdo especialmente cariñoso para Adolfo Suárez.
El jurado del Premio Marqués de Villalobar ha querido reconocer también mi defensa del proyecto europeo y una larga trayectoria profesional en la cooperación hispanoluxemburguesa. Esto me llena de satisfacción. Y sobre tu trabajo dijo “desde mi responsabilidad, como Presidente de Astra en España, he tenido la fortuna de contar con el apoyo de un equipo, reducido pero extraordinario, dirigido Luis Sahún, un tozudo aragonés. Ellos no han regateado ningún esfuerzo hasta conseguir que, en nuestro país, de cada 100 antenas de TV dirigidas al satélite, 75 lo estén hoy a Astra, que así está presente en casi dos millones de hogares españoles.”
Hace unos meses recibí el sms de un amigo mallorquín en el que me decía: ‘La rebeldía ahora es el optismo‘.
Ese mensaje me trajo a la memoria el recuerdo del ambiente político del 69, cuando en los campus universitarios californianos, que rebosaban rebeldía y optismo, unos cuantos idearon y diseñaron Intet. O la esencia de la música de los Beatles, o el inolvidable 89 cuando los jóvenes berlineses lograban abrir las preras grietas del Muro.
En esta noche fría de Madrid quiero invitarles a que compartan conmigo unas dosis razonables de optismo vital como forma de no sucumbir al miedo, la amenaza o la depresión. Un optismo entendido como ingrediente esencial de la rebeldía que nos ayude a encarar las dificultades que se nos presentan, que no son pocas. Hoy, el horror, la muerte, la violencia, la amenaza, el paro, los excesos en la política, las preocupaciones familiares, todo lucha contra el optismo.
Ya sé, queridos escépticos, que el pesismo goza de mayor prestigio intelectual. Soy consciente del riesgo que comta el que a uno lo tomen un ingenuo o un ignorante. Y más en estos tiempos en que pra la obediencia sobre la capacidad y el otunismo sobre el talento. Pero en plena apoteosis de la sospecha, la sociedad necesita que le expliquen las causas y lo que se puede hacer para salir adelante.
Os invito, pues, a un ejercicio de optismo rebelde, que no acepta que algunas cosas son como son, van a ser siempre así y no puedan cambiarse. Es el momento de la rebeldía de las ideas y los valores contra la oscuridad y el pesismo, contra lo que Vargas Llosa llama el eclipse de la moral. Porque hay que evitar, a toda costa, que el pesismo, nos lleve a la desafección.
En nuestro caso, exige ponerse las botas de trabajo que de lo que se trata es, ni mas ni menos, de defender la unidad territorial, mantener la cohesión social, evitar que la sociedad se polarice en bandos y atenuar las más bajas pasiones que se erigen en válvula de escape de otros rencores y frustraciones personales.
Así que pongamos las luces largas y adelante, queridos amigos, siempre adelante. Con rebeldía optista, como motor del cambio un mundo mejor.
Nos queda un extraordinario discurso para el recuerdo y la felicidad de Giovanna Marone. Prera dama de la noche, señora de Luis SanchezMerlo y descendiente de Maria Cristina de Borbón y Battenberg, tia del Rey e hija de Alfonso XIII.
En el Arca de Noé de la amistad organizada con la lista de invitados todos estabamos unidos la admiración al premiado, el afecto a su persona y el respeto a su trayectoria social y politica. Que sus luces largas nos iluminen lo mejor del pasado y todo el venir. Suerte amigo.
DOCTOR BARTOLOMÉ BELTRÁN