Después de unos días de asueto que cada uno ha aprovechado como mejor ha podido, en prsalud volvemos a la carga para analizar con deteniento cómo se están llevando a cabo los saraos navideños. Impregnados el espíritu del Grinch, pasamos la noche en la fiesta que la Agencia de Comunicación Berbés Asociados preparó en la noche de ayer para celebrar la llegada de la Navidad. Aunque a la hora de la comida hubo convocatoria parte de un Laboratorio Farmacéutico, no fueron demasiados periodistas en comparación con el tropel que se reunió anoche. Por eso, nos hemos decantado dar cuenta de la más tante (y numerosa) de esa jornada.
A las 21 horas estábamos todos convocados en el Hotel Urban de Madrid y aunque la Carrera de San Jeróno y aledaños parece más zona de guerra que el centro de la capital ( las obras, se entiende) una vez dentro del hotel se olvidaba uno del infernal ruido que salían de los cláxones y tubos de escape. Nos consta que más de uno tuvo problemas para aparcar y tuvo que salir a dar un vistazo si le había llevado el coche la grúa, pero afortunadamente el cuerpo de policía hizo caso omiso al enorme vado que ocupaba el coche.
A la entrada, Marysol iba recibiendo a todos y cada uno de los que nos acercábamos a la fiesta procurando que nos sintiéramos cómodos y sobre todo que bebiéramos y comiéramos en cantidad, pues en eso consistía la cita, ya que para trabajar ya nos bombardean bastante el resto de días con cienes y cienes de convocatorias en nuestras bandejas de correo electrónico. Anoche tocaba relajarse y divertirse. El lugar elegido era amplio, lo que se comentó en varios corrillos y no se pudieron evitar las comparaciones con el evento del año pasado en La Esquina del Bernabéu, en la que no cabía ni un alfiler. ¡Ayer estábamos a nuestras anchas!
Aunque el calor apremiaba, los camareros se esforzaron en refrescarnos el gaznate. Y si la bebida no faltó, mención aparte tenemos que hacer al cóctel, ya que petición popular nos vemos obligados a comentar en esta contracrónica que el menú escogido provocó las delicias de los asistentes que después pasaron a la barra libre.
Alcohol doquier y momento excelente para contactar y hablar con los colegas de profesión, y mientras más de uno remoloneaba cerca del guardarropa si daban regalo a la salida, (como es tradición en estos casos) se pudo ver más de una cara triste al ver que se marchaban con abrigo pero sin presente, igual que la crisis ha llegado a todas partes y se ha dado a elegir: espacio o detalle.
Al cierre de la barra en la edición de este año, Marysol aún continuaba recorriendo la sala preguntando a los presentes si estaba todo bien, que lo estaba… y unos cuantos decidieron continuar la fiesta… entre la niebla…
Seguiremos informando…
