Algunos pensamos que, el día después de las consultas soberanistas, ha sido informativamente mas gratificante que la propia jornada en si. La ensalada de sopapos dialécticos en la que se han liado los organizadores de las convocatorias populares ha dejado en evidencia la disparidad ideológica y de intereses políticos, de quienes están detrás de ese casi 30% de catalanes dispuestos a poner un frontera en Fraga para que los españoles no pasen de ese lugar geográfico. Luego están “los muchos más” que componen la mayoría absoluta, que estamos jodidos que los minireferendums se han hecho en pleno debate del Tribunal Constitucional, que puede distorsionar la sentencia del mismo sobre el Estatut, sobre el que hay un consenso en la sociedad civil bastante elevado, como dejó entrever el editorial conjunto de los principales diarios de Catalunya. Ya les comentábamos en algún artículo anterior, que la decisión que tomen los Jueces de tan alto Tribunal, va a ser interpretada de una forma muy seria y responsable la ciudadanía, y que esa sociedad civil, con acatamiento incluido, esta sinceramente convencida que esa ley de convivencia no merece ni recortes, ni salidas restrictivas. En la Constitución cabemos todos o no cabemos. Y si es esto últo, mejor será que iniciemos el camino hacia una nueva vertebración del Estado, en la que, vascos, catalanes y gallegos, también puedan sentirse cómodos teniendo una lengua común, pero otra que le es propia, desde que los romanos dejaron de ser un perio o incluso antes. ¿Y las consultas soberanistas? Dejar que el Estatut las acoja en su desarrollo, sino queremos que el 30% sea pronto un 40, luego un 50 y mas tarde lo que no me quiero ni aginar.
Manuel Fernando González
Editor de Catalunya Press y Press Digital
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