En la Tierra a sábado, diciembre 6, 2025

FELIZ NAVIDAD

Queridos lectores:

 

Un año más nos reunos en familia para celebrar la Natividad del Señor. Un año más y un año menos, según se mire. Una época en la que todos recordamos a las personas que no están con nosotros, un momento de reflexión en el que echamos la vista atrás y vemos todo lo que hemos vivido en este año que ya sin remedio se va. Es un tiempo en el que siempre intentamos sacar lo mejor de lo que somos y quizá lo mejor de lo que nos gustaría ser, tendríamos que tener un minuto de reflexión para volver sobre todo lo acontecido.

 

 

La Navidad cierra un montón de vivencias, de momentos, de recuerdos y aunque todos protestemos que no siempre son gratas, somos conscientes que cerramos una etapa que nos conduce necesariamente a otra distinta y acaso mejor. Y la frase antonomasia es ¡qué rápido se me ha pasado este año!, ¡fíjate, si hace nada era el año 2000!  Entre mañana y pasado los teléfonos móviles serán los aparatos que nos recuerdan que tenemos que desearle en plural felicidades al respetable que estamos en pleno siglo XXI. Y no digamos cuando los mensajes se envían a un montón de gente, llamada actualmente “mis contactos”. Como seas el contacto de alguien que no sabes quién es, al que no ves nunca pero que tiene tu móvil, te saldrán en la pantalla una serie de majaderías, mejor o peor creadas que te recordarán que le conoces, no sabes de qué, pero le conoces, y él te recordará que debes ser feliz en estos días. Y te dirá, ¡Feliz Navidad majete! Y tú dirás, ¿y este tío quién es? Y luego, te lo enviará cuando estés con el langostino a medio camino, con lo cual, aquello de que es un mensaje, lo lees rápido, te metes la mano en el bolsillo con aroma a pescado y te das cuenta que acabas de hacerte la puñeta que de qué conoces tú al gashó y qué has cogido el teléfono con esa celeridad, ¿y el olorcillo que te has dejado?, ¿qué me dices? Y mientras eso sucede, sonarán los sms del resto de los comensales y si son diecisiete poner un ejemplo, la cosa irá, tirirí, tarará, y así hasta que todos reciban los tantos sms multiplicados los ene número de veces que les sea reclamado el contacto. Entonces, la voz cantante del cena dirá en tono español, “joder, ¡apagad los puñeteros teléfonos que estamos cenando en familia!” Y saldrá la cuñada agria y dirá, “¿ qué los teníais encendidos?”, la suegra arrancará el gesto de incomodidad y  el suegro dirá, “todos los años lo mismo”, y así todos los momentos que usted quiera prever y se montará la marorena, que no es un villancico, es una realidad que le va que ni al pelo y es muy socorrido en estos casos.

 

 

Las Navidades, llamadas habitualmente en plural los yanquis, también nos recuerdan que ya no llamamos en castellano ni eso que se llama Navidad, que es en singular, cierto, y que es sin duda, el naciento del niño Dios, nada más. La agen ideal idealizada los villancicos de Mendelssohn que son los que escuchamos en los grandes almacenes, lejos del “Madre a la puerta hay un niño”, pasando los Papás Noeles que vemos colgados en las ventanas, hacen que las Navidades, una vez más, no sean una Navidad. En la Navidad española no cabe ese hombre regordete con nariz panocha que cae las cheneas. Ese señor que es incompatible con el Belén, con los personajes que acudieron a adorar al Señor y no digamos qué tiene que ver el pavo con el Naciento de Jesús. Ahora como José Luis se ha cargado los crucifijos, también nos recuerda que tenemos que quitarle hierro al asunto y debemos estar de “colorao” esta noche, para que baje de la chenea, aunque no la tengamos puesta, ese hombre que representa a San Nicolás.

 

Entonces, el español, que es muy ocurrente, deja un presente en nombre de ese hombre y luego los regalos grandes  para que los traigan los Reyes que llevan de momento los camellos, aunque la cabalgata de Gallardón este año tenga jirafas, elefantes y otros bichos del zoo. Y como somos de absorber culturas, así nos va. Los niños ya no saben si Papá Noel es su vecino transformado, si los Reyes Magos, son unos señores majos que pasaban allí con regalos de no menos de quinientos euros y esas cosas que les enseña la LOGSE. A ver si para estas navidades, vuelvo a decir el palabro, ustedes tienen una feliz navidad, celebran si son cristianos el Naciento de Jesús y de una vez todas cantan con la zambomba, “Ande, ande, ande, la marorena, ande, ande, ande, que ya es Nochebuena.”

 

Y luego, todo lo demás que suele suceder en esta época del año. Los familiares que no están volverán como  “El Almendro”, nos reuniremos frente al televisor que ahora tiene cadenas con la tdt para aburrir a todos y para discutir llegado el momento de la posesión del mando, veremos cantar a Raphael “El Tamborilero”, que ya es un clásico y como se recauchuta año tras año te crees que el tiempo no ha pasado, veremos el anuncio del champán y esas tonterías que año tras año se repiten y se dicen, que es Navidad, solamente eso. Les pido que sean felices en su Navidad, cada uno con la suya, con los suyos, y que si es posible, a sus amigos del alma, los escriba con su puño y letra y les desee lo que usted sienta. También podría llamar teléfono a ese amigo que hace tiempo que no sabe nada de él y entonces, solamente entonces, se dará cuenta que la Navidad es eso, dar y recibir felicidad.

Aprovéchese de lo que la vida le ha brindado; si tiene al menos una familia, unos hermanos, una pareja, unos hijos, unos amigos, un trabajo… ¿Cuántas cosas dice que no tiene? Valórelo que es mucho y créame, hay muchas personas que no están en su lugar, sufren, están solas y tampoco tienen SMS que recibir. Y entonces, comience el año pidiendo a los Reyes Magos que nos dejen como estamos, que así, estamos bien. Y a ese buen hombre vestido de “colorao” que se lo queden allí arriba, que ellos no saben qué es la zambomba, la pandereta, ni rascar el anís del mono con un tenedor; la maravilla española.

 

¡Feliz Navidad desde esta tribuna que me permite decirles qué se cuece cada día en esta España nuestra! Y no se olvide de decir lo que siente, eso es lo más tante, y a veces, es el mejor regalo que puede hacer en Navidad a sus familiares y amigos. Dar gracias a Dios de lo que tenemos y agradecer a quien nos ha dado y a quien nos ha tendido la mano en momentos difíciles. La vida es una rueda y siempre nos encontraremos y como dice el refrán, a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

 

Felicidades queridos lectores, queridos compañeros y querido director.

 

Ana de Luis Otero

Periodista

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