La solidaridad de los chilenos con sus compatriotas afectados el terremoto permitió recaudar 47 millones de dólares en una maratón de televisión una semana después de la catástrofe que devastó la zona centro sur del país y las costas del Pacífico.
El pueblo se volcó para socorrer a sus compatriotas que siguen en vilo la fuerza del seísmo y las réplicas que se suceden cada día. Como en otras desgracias, vos rescates milagrosos televisión y víctas sustraídas de entre las ruinas los servicios de asistencia. Lo que es difícil de cuantificar es la cantidad de muertes que se pudieron evitar.
“Había un problema de comunicaciones y no se pudo avisar a la gente que venía un tsunami”, esa fue la explicación de las autoridades. Un mensaje equivocado en un momento clave permitió que el las olas arrasaran con la vida y todo lo se puso en su camino.
La marina le informó a la presidenta Michelle Bachelet que el epicentro del terremoto que afectó al país estaba en la tierra y tanto no debería haber maremoto. La mandataria informó a los periodistas que transmitieron el mensaje a la población y el error hizo que la cifra de muertos se duplicara bajo el pacto de las olas que arrasaron el Pacífico sur.
Cuando las personas pierden confianza en la palabra de las autoridades sobreviene el caos. Es difícil convencer a la población acerca de la disponibilidad de alentos, de la pronta llegada de equipos de emergencia, del arribo de los servicios médicos, si la credibilidad está minada. Por eso en Chile hubo saqueos, huidas en masa hacia las montañas ante la inminencia de hipotéticos maremotos que nunca llegaron y fue necesario usar la fuerza pública para detener el desorden.
Todos son buenos generales luego de la batalla, dijo la presidenta Bachelet y es verdad, pero no es menos cierto que los militares se pasan la vida en paz preparándose para ser efectivos y eficientes cuando tengan que enfrentar al enemigo. En esta otunidad las autoridades reaccionaron con lentitud, comunicaron mal y tuvieron que enmendar la plana demasiadas veces en pocos días.
El prer parte oficial registraba 16 muertos el fatídico sábado 27, horas después de la tragedia. Luego el saldo ascendió a 800 y finalmente la cifra parcial se estableció en 452, tras cambiar el criterio para cuantificar a las víctas. El viceministro del Interior, Patricio Rosende se transformó en el tavoz oficial pero aún no informó sobre el número de desaparecidos. Nuevas precisiones que devoran la credibilidad.
Están a la vista los destrozos materiales que ocasionaron estos fenómenos, lentamente las heridas comenzarán a cicatrizar, se irá el dolor del cuerpo y el del alma. El presidente de la ONU visitó la zona afectada y prometió ayuda internacional. Muchos miles de millones de dólares serán invertidos para reconstruir las carreteras, ciudades y edificios. Más difícil será superar la tristeza a las personas que perdieron seres queridos.
El deber que debe asumir el Estado chileno, en manos de Sebastián Piñera, es tener a los generales, los capitanes y hasta el últo soldado en forma si la naturaleza se ceba nuevamente con el país trasandino. También deberá desoxidar los mecanismos de emergencia para que reaccionen con prontitud y precisión cuando la situación lo requiera.
CARLOS GONZÁLEZ PALACIOS
Periodista