Había una vez un país en donde casi nunca convergían los caminos. Hace seis años de aquello, muchos nombres propios acabaron en un tren. Se llamaban, Marta, Ana, Pedro, Juan, Antonio y así hasta cuándo seguiremos llamándolos. Nadie se percata a día de hoy, que muchos de los que consiguieron vivir, tuvieron que salir pisando cadáveres. Vivieron el horror y la magnitud de un atentado contra la libertad. Y siempre les sucede a los mismos. En el bosque de los olvidados, que ya creo que pocas personas recuerdan este día, estaba Alicia.
Hoy hay dos bandos como siempre sucede en todas las guerras. Lo de menos son las víctas y sus muertos. Allí quedó un brazo de tu hijo, una mirada de tu pareja y un sinfín de ilusiones de personas que se iban a ganar el pan. Y con ellos, a pesar de que la ciudad de Madrid, como siempre, se volcó, se fueron un montón de proyectos. Seis años no son nada para vestirse de luto y rendir homenaje a los que ahora quedan para siempre en este mundo contradictorio mirando qué les va a ofrecer la vida de nuevo. Alguno se quedó sordo, muchos ciegos, otros mancos, otros cojos, pero viven… Y en su silencio y con su discapacidad y con un sueldo miserable, probablemente se pregunten cada mañana, ¿ qué me sucedió a mí?
Y hoy, en un día como hoy, que a veces no nos paramos a pensar en el lujo en el que vivos cada día, solamente poder andar cada mañana, no sabemos qué habrá sido de esas personas. Ya no salen en los medios, no son noticia que la suya fue tan grande que llenó para siempre la retina de cuantos lo vos.
Hoy ha habido un homenaje y en otro lugar, otro. Y así se escribe la historia del ser humano que nunca tiene bastante con saber que vive. Si no tenemos unión en las desgracias, ¿cómo es posible que podamos vivir cuando todo va bien?
Y hoy, en el otro lado de la moneda, Alicia puede decir que está viva. Haber vivido en el desierto 101 días ha supuesto para ella una experiencia que jamás olvidará. Su once eme ha sido un día maravilloso. El hecho de estar a salvo contrasta con la experiencia que aún viven sus compañeros. Y todavía se pide prudencia para evitar que los otros dos cooperantes puedan salvar la vida. Ella, en el país de las maravillas, dijo que ayer fue un día muy bonito.
Y es que la vida es bella como decía la película, y no siempre somos capaces de verla. Cataluña, la del prer mundo, sigue a oscuras. Total, para lo que hay que ver. Y Esperanza, la nuestra, pide a los peperos que salgan a la calle y llama a la rebelión entre el luto y la agonía del país. La recogida de firmas, la intervención popular y la movilización de las masas, Pepiño la ha descrito como populistiña, pero nadie está conforme con la subida del IVA. Supondrá un aumento de 350 € en la vida de muchas familias que hoy, no llegan a fin de mes. Corbacho le pide a Esperanza que devuelva el cheque de la financiación autonómica para evitar la subida y que se dedique a gobernar. Y todo esto, en la misma ciudad en donde convergen los caminos de Sabina.Y como contradicciones tiene la vida, ha aumentado el número de personas que son, mil millonarias en un día como hoy. El galleguiño de Zara es el noveno. Pero saben una cosa. Mil millonario es aquel que puede salir a la calle un once eme como hoy y decir, yo no estaba en ese tren. Debe estar en silencio pensando lo que pudo haber sido y no fue y sugerirse a sí mismo, que tampoco es Alicia, ni Roque, ni Albert. Ese es el único millón que tenemos que contar.
Les pido que reflexionen qué pudo suceder en su once eme. Y mañana será doce y todos lo habremos olvidado de nuevo. A los que no están nuestro recuerdo y a los que quedaron nuestro respeto. Deténgase un momento en su once eme. España se partió en dos. Todos íbamos en ese tren.
Ana de Luis Otero
Periodista