Ser Miss es lo que tiene. Te codeas con el ‘glamour’ cuando luces la corona pero, pasada ésta, has de tomar las riendas y tu carrera se lita básicamente a dos opciones: pasearte los platós de chascarrillos y mentideros o tratar de colocarte en una empresa.
Esta últa parte es loable, siempre y cuando, además de la belleza, te acompañe un cerebro. Aún así, se puede tener la gran suerte de conseguir un buen trabajo en una empresa sin tener más dones que aquellos que saltan a la vista. No está mal. Pero al menos hay que tener humildad, y no aprovechar la recién adquirida confianza del jefe para vapulear a los compañeros.
Nuestra Miss, que De eso sabe mucho, conoce su cometido y lo defiende, pero no sólo lo defiende, sino que además, alardea de su posición y de lo poco que le ha costado conseguirlo. Y para colmo, se ha aprovechado de su situación y ha colocado a una Dama de Honor en la empresa, ¿será que está preparando su propio séquito para el futuro reinado del bótox?
A ver si ahora los Contenidos de la empresa no serán De salud, sino De belleza.
Los murciélagos nunca duermen…