De mis años de estudiante universitario en la Autónoma de Barcelona, guardo especial recuerdo de la prera vez que me hicieron estudiar a un plasta que decía llamarse Chomsky. Un peñazo que luego degeneró en pasión turca un hombre que nuca me ha defraudado ni como lingüista, ni como persona. Claro que como soy un pelín raro mi agente de seguros, Esteban Alonso, era un viejo militante de la CNTAIT es lógico que adore al personaje y me haya ilusionado hasta el fervor este socialista libertario o anarquista de la vieja escuela, como a él le gustaba definirse. Atrás quedan los estudios y lecturas difíciles para un estudiante pipiolo sobre la gramática generativa, o sobre sus defensas rotundas del racionalismo cartesiano hasta llegar a la muy conocida jerarquía de Chomsky, una clasificación genial de lenguajes formales de singular relevancia en la teoría de la computación que acabaron con mis nervios y la mitad de las neuronas cerebrales. Un empacho para tan escasa materia gris, que a lo largo de los años, me sirvió para recibir con serenidad bakuniana las criticas crecientes que mi admirado Abram Noam Chomsky ha dedicado a capitalistas y socialistas sus despiadados regímenes que llevan a la explotación del ser humano en estado puro. El New York Tes dice que es el pensador mas sobresaliente del pasado siglo y del que acabamos de estrenar, idea que comparto desde mi humilde condición de periodista y fan de este yankee insólito. Por eso, cuando leo que a este hombre no le dejan explicar sus ideas en la Universidad palestina de Birzeit, sencillamente que a las autoridades de Israel les parece un sujeto peligroso e inamistoso para su país, me cabreo de mala manera. Y escribo con la natural amargura del que no entiende de fronteras, afirmando que estos sionistas de medio pelo no tienen remedio. Menos mal que un Estado no es el pueblo judío, y que los que han metido la pata han prometido rectificar. Ya solo queda que eso sea cierto. De momento, si las moscas, levanto mi pancarta aginaria bien alto en la que figura orgulloso este lema: Abrid paso a Chomsky.
Manuel Fernando González Iglesias
Editor y Director
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