La irresponsable acción de los sindicatos que han colapsado Madrid dejando a dos millones de usuarios del metro sin posibilidad de desplazamiento el incumpliento de los servicios mínos exige una contundente y ejemplar respuesta de la administración regional, y así lo esperan los ciudadanos. Que no ocurra lo de siempre, que nunca pasa nada. Por más que los responsables políticos hablen de medidas drásticas y de llegar hasta el final, la realidad es que el ciudadano asiste potente al pisoteo de sus derechos y reclama actuaciones en defensa del bien común, pero lamentablemente, como ha ocurrido en otras ocasiones, las partes se sentarán a negociar, los sindicatos pedirán que se retiren los expedientes sancionadores para llegar a un acuerdo y todo quedara igual. No es de recibo que los ciudadanos, muchos de los cuales también están sufriendo en sus cas los recortes de sueldos y los efectos de la crisis, se vean afectados este sabotaje y paguen el pato de la manipulación sindical. Como tampoco es de recibo la escena, repetida una y otra vez en cada huelga, de los piquetes agrediendo a los trabajadores que quieren acudir a su puesto de trabajo. ¿Por qué se llaman piquetes informativos cuando actúan como matones de barrio? La finalidad de un piquete informativo es informar de los motivos de la huelga, y de los derechos que asisten a los huelguistas, no coaccionar a los trabajadores. También los piquetes, en muchos casos liberados sindicales que cobran un sueldo no hacer nada, deberían informar con honestidad a los trabajadores a los que piden ejercer su libertad de secundar o no la huelga, de las consecuencias que conlleva el incumpliento de los servicios mínos. La huelga es un derecho individual que defiende la consecución de logros colectivos. Cuando los piquetes coaccionan el ejercicio de la libre decisión pervierten su propia razón de ser como garantes de los derechos de los trabajadores. Por eso urge aprobar de una vez todas una Ley que regule el derecho de huelga y que contemple sus eventuales límites en caso de colisión con los derechos de los ciudadanos en servicios considerados esenciales. En esta huelga ha quedado patente la diferencia de rasero que los sindicatos han aplicado al Gobierno de Madrid, al que le han montado una huelga salvaje casi sin avisar, mientras que al Gobierno central se la han anunciado con tres meses de antelación. Sólo se entiende en el intento de desestabilizar políticamente.
Alberto Castillo
Director de Gente en Madrid