Casi cada semana recibo una llamada de un ‘supuesto periodista’. Suelen solicitar información sobre alguna de las empresas para las que trabajo. Algunos se han documentado sobre un tema concreto y piden un experto para que aclare algunos datos, otros, dicen que han realizado una selección y que nuestra empresa ha resultado elegida para tal o cual retaje…
Incluso, en una ocasión, uno de esos supuestos periodistas, nos propuso hacer un retaje sobre una empresa, nos explicó cómo se iba a hacer la grabación, hablamos con la presentadora –eso creía, vos los posibles temas que se iban a abordar, nombramos un tavoz, fijamos una fecha para la grabación… todo parecía muy profesional, como se suele hacer cada vez que un medio de comunicación se interesa un asunto concreto. Después, de organizarlo todo, la sorpresa fue gigante. El retaje sólo se realizaba si se pasaba caja. ¡Inaudito!.
Sí es cierto que en muchas ocasiones, se solicita anticipado una determinada cantidad para hacer un publiretaje, que como su nombre indica es un retaje publicitario. Pero llegar al extremo de ocultarlo hasta el últo momento haciéndose pasar falsos periodistas, ¡eso nunca lo había visto!
Pero salvo este caso, el modo de operar habitual es el siguiente:
Llama alguien a centralita, en nombre de un determinado periódico, ejemplo, y pide hablar con el gerente de
El llamante, comienza a contar que es de tal medio –prer engaño, no trabaja para el medio, vende suplementos para determinado medio, que van a hacer un especial sobre un asunto en concreto, que han elegido a tal empresa ser la más “lo que sea”, que van a hacer una entrevista personalizada –¿desde cuándo las entrevistas no son personalizadas?, pregunto yo o que van a hacer un retaje periodístico… y al final, después de un rato hablando dicen que es gratis pero que lleva unos costes de producción de tantos euros. Pero ¿esto qué es? ¿Cuándo un periódico serio cobra hacer una entrevista?
Este tipo de argucias sólo llevan a la confusión y a
Sí a los suplementos que se publican en periódicos y sí a las emisiones publicitarias, pero siempre que quede bien claro, que se refleje con cambios de tipografía, que se explicite en los programas de televisión que se dedican a hacer este tipo de publicidad encubierta. ¡No a los engaños! Y ¡no! a tratar de suplantar la personalidad de los periodistas. La información es un derecho el que no se paga, la publicidad es otra cosa.
Susana Asenjo Lleó