El otro día me encontré a mi amigo Enrique Sueiro. Es uno de esos especialistas de la comunicación que saben perfectamente cómo hacer bien el trabajo, cómo comunicar y cómo lograr que esa comunicación sea efectiva. Hacía tiempo que no nos veíamos. Nos encontramos en el tren que va de Madrid a Pamplona, y aprovechamos esas tres horas y pico que dura el viaje para ponernos al día.
Me comentó que ha iniciado una nueva etapa profesional que le va a permitir profundizar en todo el proceso de la comunicación, desde un punto de vista económico, social y teniendo en cuenta, de forma muy especial, unos valores esenciales que en ocasiones se van perdiendo en nuestra sociedad.
En la medida en la que Enrique ha ido conociendo durante los últos 20 años la comunicación más visible, más pública, más corativa, más mediática… ha ido interesándose progresivamente el modo de armonizarla con la comunicación más intangible, más personal, más interna. Todo ello empezando lo personal para conciliarlo con lo institucional.
Por lo que me comentaba me daba la presión de que estaba buscando el “alma” de la comunicación, y probablemente lo haya encontrado.
Enrique me dijo que cree que es bueno para las organizaciones lo que es bueno para las personas que trabajan en ella. Está convencido de que una correcta dirección necesariamente requiere una comunicación cualificada: diriges si comunicas.
Lo que él pretende es seguir perfeccionando la consultoría que viene realizando a modo de asesoramiento individual y corativo. De entrada, diseñar a medida chequeos de comunicación para diagnosticar patologías y aplicar terapias. Son modelos que la dirección de una organización puede asumir e integrar en su estrategia. A partir de ahí es mucho más fácil acertar en la ejecución de acciones y resulta más eficiente y barato el uso de herramientas de comunicación.
Enrique Sueiro, de quien podemos encontrar más información en su propia web (www.enriquesueiro.com), parte de dos premisas. Por una parte, Peter Drucker, el padre del management, aseguraba que el 60% de los problemas empresariales son consecuencia de una mala comunicación. Por otra, Javier Fernández Aguado, uno de los mayores expertos contemáneos, ha identificado lo que denomina “patologías en las organizaciones”. Por tanto, cabe concluir en la utilidad de terapias de comunicación para esas enfermedades.
Ya a medio camino de Pamplona se soltó la lengua y empezó a darme una lección magistral. Me dejó muy claro que “cada organización es diferente, que lo tante suele estar dentro, y planteo empezar la comunicación interna. De igual forma que la comunicación lubrica o gripa una relación de pareja, de familia o amigos, las organizaciones vigorizan o infectan su ambiente interno, su áno colectivo, su alma corativa. Bien gestionada, la comunicación interna cohesiona la retórica de lo que se dice con la realidad de lo que se hace.
En este chequeo sui géneris, la comunicación saludable constituye el antídoto frente a tumores en las organizaciones como el silencio tóxico, el rumor cancerígeno, el maquillaje disolvente… Con altas dosis de escucha interna, resulta muy difícil no generar confianza y, llegados a este punto, la proyección pública es mucho más sencilla y auténtica”.
Todo este proceso, según Enrique Sueiro, requiere una atención individualizada, acorde con la naturaleza de la organización, su pasado, su misión… su gente. Todo este enfoque es adaptable a cualquier organización, incluidas las del ámbito científico y médico, que él conoce especialmente bien su doctorado y experiencia internacional, sobre todo en EE.UU.
Y aquí es donde el propio Enrique empezó a referirse a lo tante cuando hablamos de comunicación: la especialización. No es lo mismo comunicar en una empresa de coches que en una sociedad sanitaria, ejemplo. “La comunicación en el peculiar ámbito biomédico requiere conocer el poliédrico mundo científico y ser consciente de la provisionalidad de las conclusiones científicas para que su comunicación concuerde con esa realidad. Se necesita una especial sensibilidad para conciliar datos y emociones, de manera que permita gestionar con tino las percepciones del público, muy especialmente de las personas enfermas. Resulta clave saber cómo funcionan los medios informativos y ser muy consciente de que, como en la comunicación pública se splifican los mensajes, supone un arte splificar bien la complejidad de la ciencia. De ahí que se precise la singular habilidad de utilizar el lenguaje con maestría y detectar el virus del rigor”, me comentó.
Y ya llegando a Pamplona me dejó su sentencia definitiva a modo de pregunta y respuesta. “¿Por qué hacerlo? Porque plícita o explícitamente toda organización lo necesita. Creo ser capaz de ello que sé de comunicación, me gusta la gente y he comprobado su efectividad con personas y organizaciones”.
Estoy convencido que no solo eres capaz de hacerlo, querido Enrique, sino que eres el hombre adecuado para ello.
Juan Manuel Romero Martín
Fundador de Adicciones Digitales