La burocracia, el funcionariado, los tramites con la Administración son un mal endémico del que no nos libramos ni queriendo. Menos aun si enca no se quiere. Parece que vivos en dos mundos diferentes. La gente real, viviendo el mundo real del día a día. Y la Administración, en una nebulosa al margen, un lbo de los justos desconectado de los problemas cotidianos del hombre de a pie.
Seguos tras el ansiado Plan General de Moraleja de Enmedio. El cuerpo técnico, amparado en la legalidad y su status, nos explica sin complejos que un Plan General es algo muy complejo, con muchos factores que inciden en el mismo. Instituciones, Consejerías, Departamentos y Entidades, cuyos informes sectoriales deben quedar aunados y encajados en ese macrodocumento que es el PGOU.
Y eso es lo que hace que un Plan General pueda tardar perfectamente 9 años en ser aprobado (como es nuestro caso, en el caso de que se apruebe). Apalancándose en la idea de que últamente, los Planes Generales vienen tardando ese tiempo, lo que pretenden convertir en norma de comtamiento, que ya se sabe, un Plan General es algo muy complejo y tanto, 10 años es un plazo muy razonable.
Pues no, señores técnicos, políticos, funcionarios, burócratas de la Administración. No es razonable ni justo ni justificable. En 1963 John F. Kennedy dijo “al final de la década llevaremos al hombre a la luna”. El 1969 se ponía pie en la luna. Seis años necesitó el programa Apolo en cumplir su objetivo. Eso si es razonable. Pero que un pueblín del sur de Madrid necesite nueve años para aprobar Plan, no es razonable.
Y no lo es, que los Planes Generales los redactan Estudios de Urbanismo, que tratan con los departamentos de las distintas entidades, en consonancia con los Ayuntamientos y las Consejerías y Direcciones Generales. Es decir, todos saben de lo que están hablando, todos conocen su trabajo y saben lo que tienen que hacer, básicamente, que siempre hay que hacer lo mismo, y las cosas no cambian de un Plan a otro así como así.
La cuenca del Guadarrama no ha cambiado en siglos, las vías pecuarias llevan desde la Edad Media ahí con los derechos reales de La Mesta, el chorlito blanco no varía alegremente sus zonas de nidificación, las carreteras, los puentes, o las conexiones eléctricas de alta tensión, tienen siempre las mismas soluciones constructivas, las farolas, calles y bordillos podrán variar en diseño, pero no en esencia. Es suma, está todo inventado, estudiado y calibrado. No necesitan nueve años para hacer algo que ya está hecho. Lo que necesitan es tener ganas, agilidad, tesón, ansia, celeridad.
Cinco años transcurrieron desde que Alemania invadió Polonia hasta que Hitler se pegó un tiro en la Cancillería de Berlín. En cinco años los nazis invadieron Europa y los aliados la reconquistaron. Eso si que es complejo. La anexión de los Sudetes, el desembarco de Normandía o la batalla de Stalingrado, son episodios complejos. Pero pedir un certificado a Iberdrola o unir un informe de pacto ambiental, no lo son, o al menos no deberían serlo, o en todo caso, no del mismo grado de complejidad.
Y no lo son ni deberían serlo que se cuenta con conocientos, experiencia, medios materiales y recursos humanos mas que suficientes, sobradamente suficientes, que permitirían reducir esa década a un plazo mucho mas razonable. Dos, tres años a lo sumo. Al menos, así es como lo entiende el hombre de la calle, el que a diario se tiene que enfrentar con los problemas del día a día, el que quiere hacer cosas y no le dejan. Porque en el mundo real no se tiene la capacidad de decir que el plazo razonable para pagar un recibo de la luz es cinco años o que acudir al trabajo es una operación compleja.
Pedro Margenat – CACIOPEA, S A
Gestor de LA TENERIA, S Cooperativa