En la Tierra a viernes, septiembre 20, 2024

Mujer y discapacidad

Podría decirse que si los discapacitados en general constituyen un grupo social más bien invisible (o pretendidamente invisible la sociedad) más aún lo es cuando la discapacidad o minusvalía afecta a la población femenina. Lo cierto es que confluyen multitud de variables sociales y económicas que hacen que, como en cualquier otro grupo social, en la discapacidad existan clases.

 

Por ejemplo, empezamos observando que no es lo mismo que la discapacidad se tenga desde el naciento, se haya contraído en la infancia, en la juventud o en la edad adulta. También es diferente si se vive en un medio rural o en otro urbano: curiosamente en algunos aspectos será más fácil la vida en el prero y en otros lo será en el segundo.

 

El estigma social variará según el tipo de discapacidad. Otro tanto sucede en cuanto a la inclusión social del afectado, que será mucho más valorado cuanto más estudios y formación que tenga.

 

Un hecho indiscutible en este ámbito que se observa en todas las sociedades es que el varón con discapacidad, a pesar de los inconvenientes, barreras y discrinaciones que suelen sufrir todas las personas de este colectivo, esta generalmente mejor situado que la mujer con discapacidad.

 

Efectivamente, si no existe suficiente visibilidad ni agen social ni en la calle ni en los medios de comunicación para los discapacitados en general, mucho menos aún para la mujer que para el hombre. Sobre ella no existen estudios fiables en casi ningún campo concreto. Realmente, es como si la mujer minusválida no existiera, salvo casos particulares muy concretos.

 

Entonces, cabe preguntarse ¿cuál es la percepción de la sociedad con respecto a este grupo social diferenciado el sexo o el género? Tal vez no existe y más bien se pierde en ese concepto global que llamamos discapacidad.

 

Sin embargo, las mujeres discapacitadas ahí están y tienen unos problemas específicos, a pesar de que éstos no aparezcan nunca o casi nunca en las reivindicaciones de los dos  colectivos a los que pertenecen: el de las mujeres y el de los discapacitados. Así, desgraciadamente y omisión  parecen ocupar el últo escalón de estos dos grupos sociales.

 

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce en su artículo 6 las múltiples formas en que son injustamente silenciadas estas mujeres. Todo ello se ha tratado en Madrid en las II Jornadas sobre Mujer, discapacidad y maternidad. Aquí sí que la mujer discapacitada ha ocupado el lugar que le corresponde y ha tenido total protagonismo.

 

Por algo hay que ir empezando. Nos congratulamos ello.

 

Mayka Sánchez

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