Bueno, pues en Catalunya se acabó la campaña electoral. Ahora ya sólo toca que la mayoría del electorado se decida ir a votar, lo cual constituye una verdadera hazaña, dado el hastío político que padece la mayoría de los contribuyentes catalanes, lo cual propicia unas encuestas muy favorables al candidato Mas, el cual, en un ataque de soberbia y soberanismo diarreico nos ha dejado perplejos con su ya escandaloso mitin gironí en el que afirmaba que los catalanes estaban cansados de pagarle la fiesta con sus puestos a los españoles. Nadie se puede aginar como nos ha sentado de mal semejante tontería a los que como él cumplos con nuestros deberes ante la Hacienda pública y no hemos nacido pero vivos en el Principat. Ojalá que la cosa acabe en tsunami y se vuelva contra este engreído dirigente criado en las ubres del corrupto Prenafeta y elevado a los altares políticos la familia Pujol, que eso era lo que les interesaba particularmente y no a Catalunya. A su lado, aspiran a recuperar el poder los que ya fueron Consellers con el Molt Honorable, pero también Oriol Pujol el hijo “inestable” de Marta Ferrusola. El drama electoral de Montilla no es ganarle a su rival convergente, sino hacerse perdonar sus votantes las “cagadas” de Esquerra e Iniciativa durante la recién concluida legislatura que han sido muchas y muy notables. Si no fuera ese hándicap, “el increíble hombre normal” seguiría en la Presidencia de la Generalitat, pese a sus escasas dotes oratorias, que no se corresponden con su reconocida eficiencia, su llamativa seriedad y, sobre todo, su inmensa capacidad de trabajo. Ahora toca votar, y uno, que adora este trascendental acto democrático, que tantos olvidan lo que costó conseguir, si irá a poner su papel en las urnas, esta vez acompañado de una joven de 85 años que tampoco ha querido perderse ese momento que fin podrá disfrutarlo con su único hijo. Bendita Democracia, que nos hace a todos mas libres.
Manuel Fernando González
Editor y Director