Doña Cristina Antón, a la que no tengo el gusto de conocer, es una eminente profesional del control aéreo, o sea, controladora, que el pasado dos de Diciembre escribía en el blog “Controladores Aéreos y otras hierbas” la siguiente parrafada para la historia:
“No soy partidaria de la delicadeza con quien no la tiene con nosotros, ergo, considero perfectamente apropiado que repinten la casa a según que peña, o que le pinchen las cuatro ruedas del coche. De hecho, lo encuentro, incluso insuficiente, que más de uno se merece que le dejen paralítico de una paliza…”
En fin, que tras la desapasionada lectura de semejante mensaje, comprenderán que lo que pasó en los aeropuertos españoles fue un tema menor si valoramos en su justa medida el instinto maternal con el que la Señora Antón trata a sus enemigos profesionales, que encabeza, ¡cómo no! el Ministro Pepiño, al que no me quiero ni aginar, paseando su amado pueblo de Palas do Rei en silla de ruedas, mientras medita sobre como pudo ser Presidente del Gobierno si una huelga salvaje no le hubiera arruinado su brillante carrera.
Manuel Fernando González
Editor y Director