En los momentos previos, aderezados un distendido anfitrión, Miguel Valdés, director general de Fedifar, y una ‘infartá’ directora de comunicación, Maite Perea, las conversaciones surgían en torno a mayoritariamente cañas y alguna que otra coca cola y agua. Los abundantes montaditos de queso manchego, jamón o anchoas fueron la compañía perfecta de los pequeños corrillos que se formaban en torno a las mesas del mesón El Jamón de Gran Vía.
Tras una rápida reunión de todo el ‘equipo comunicativo’ en la entrada del teatro, en espera de los últos rezagados, todos lograron encontrar sus asientos en el anfiteatro, no sin dar antes algún que otro rodeo previo. Una vez asentados en cómodas y altas butacas, donde los pies no llegaban al suelo nadie logró articular palabra ante el espectáculo que estaban presenciando.
Llegó el descanso y con el la ingesta de líquidos, más que necesaria tras los montaditos de anchoas. Todo eran palabras como: asombroso, presionante o extraordinario. Pero todavía quedaba otra hora de actuación, 60 minutos que pasaron fugaces entre risas, lágras y emociones.
La salida del Teatro Lope de Vega fue más caótica que la entrada. Al final, el frío motivó una rápida pero agradecida despedida y cada uno tomo el rumbo que la dirección de su casa le marcaba. Está díficil superar en 2011 la celebración navideña de Fedifar de este año.
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