Con una reducida diferencia horaria, se produjeron en España dos acontecientos relevantes: el salvaje abandono de su puesto de trabajo parte de los controladores aéreos y la presentación del informe Pisa que certificaba el comatoso estado de la educación en España.
Dos hechos, sin duda, relevantes, aunque tratados de forma diametralmente opuesta los medios de comunicación españoles y que nos dice mucho de la sensibilidad y de los interés de los profesionales de los medios o de quien los gestiona en la actualidad y de la trascendencia y priorización de los sucesos que ocurren en nuestro país.
Grave, muy grave, fue lo ocurrido con los controladores, el espacio aéreo español y la agresión sufrida cientos de miles de ciudadanos en el puente de la Constitución o de la Inmaculada, según lo llame cada cual de acuerdo con sus intereses o creencias. Y como respuesta a tan grave situación, ahí están los miles y miles de horas de programación en radio y televisión y las miles y miles de páginas de prensa escrita dedicadas a tan desgraciados asuntos. Pocas veces la prensa española había dedicado tanto tiempo y espacio a un conflicto laboral con agravantes, si bien la declaración del estado de alarma supuso echar más gasolina al incendio, lo que vino a colmar los instintos más bajos de unos y otros que desde entonces no han parado en dar vueltas al asunto como la burra a la parva, crucificando al más pintado, aunque entrando de puntillas en la gestión de AENA y de su presidente que, dicho sea de paso, es al menos calamitosa.
Pero tan grave o más que el asunto de los cielos y mucho más terrenal fue el segundó asunto que apareció en el escenario nacional 48 horas más tarde: los resultados del informe Pisa de la OCDE que demostraba como este país había perdido una década en materia de educación, que estamos en los mismos niveles que a finales del siglo pasado, que nuestro sistema educativo hace aguas todas partes, que no todo es cuestión de invertir invertir, que buscar y prar la excelencia en nuestros estudiantes es una toalla que hemos arrojado como signo de rendición y que, en definitiva, todo eso lo vamos a pagar muy caro en el futuro, ya que la base de todos los escenarios de la vida de un país se encuentran en la educación y Pisa viene a decir que estamos en un estado preagónico.
El asunto, con ser infinitamente más grave para los intereses de un país, no aguanto 24 horas en el horizonte mediático. ¡Joder que coñazo! debieron pensar nuestros colegas tertulianos….”con lo diver que es hablar de controladores, pepiños, alarmas…”.
Casos como estos nos permite de vez en cuando tomar el pulso al país y con ello confiar cada vez menos en su futuro. A lo peor, la sociedad española debería decretar el estado de alarma muchas mas cosas como la situación de nuestra educación o la sensibilidad de los medios de comunicación.
Carlos Díaz Güell
Consultor en comunicación empresarial, editor y profesor de la UCM