Durante la pasada crisis financiera griega, los programas de lectura de medios de comunicación, que utilizan ya bastantes intermediarios financieros en Wall Street, jugaron un papel tante, contribuyendo a acelerar los movientos del mercado. Según la consultora de servicios financieros Aite Group, un 35% de las empresas de “trading” de la bolsa norteamericana están utilizando estas técnicas o exploran cómo usarlas. Las agencias de noticias Bloomberg, Dow Jones y Thomson Reuters, ofrecen servicios de lectura automática de noticias y están explorando nuevas formas más sofisticadas de evaluar los estados de opinión en los medios.
Lexalytics, una empresa de Massachusetts, que trabaja con Reuters, ha desarrollado algoritmos que traducen y dan sentido a fuentes como Tweets, incluidos los emoticones. Expertos e intermediarios financieros están usando de manera creciente potentes ordenadores y programas que “leen” las noticias, columnas de opinión, editoriales, blogs e incluso Tweets, a fin de sacar evaluaciones que procionen visibilidad a los movientos del mercado. La información es la “commodity” excelencia en la sociedad digital y la capacidad de analizarla y darla sentido constituye una habilidad cada día más crítica, ya que nos enfrentamos a un océano de datos no estructurados, cuya exuberancia constituye un creciente desafío. La profesión periodística, ahora tan castigada, debería tener algo y tal vez mucho qué decir, en este guerra del siglo XXI.
Hace tiempo le pregunté al Alto Responsable para la Inteligencia Económica de Francia cual era la principal inversión de su bien dotado departamento. “Desarrollo de tecnología de buscadores para Intet”, me respondió. En España estamos en pañales en Inteligencia Económica, a pesar de que muchas de nuestras empresas compiten en prera línea en el mercado global. Ahora parece que el Gobierno empieza a plantarse con enorme retraso crear un “CNI Económico”. Me consta que ya hay algún proyecto privado en nuestro país con algún desarrollo propio de buscadores “inteligentes”. Falta hace.
MIGUEL ORMAETXEA
PERIODISTA